Revista Deportes
Aún resonaban las últimas notas del himno americano cuando cuatro F-16's de la 115th Fighter Wing de la Wisconsin Air National Guard cruzaron la vertical del Lambeau Field y un loco de los flyover como yo, entré en calor. Poco esperaba que lo que ayer presenciamos sobre el césped fuera tan magnífico espectáculo de fútbol de ataque. El marco, como dice el tópico, incomparable. Tengo la fortuna de no considerarme fan de ningún equipo en particular pero sí de muchos a los que sigo, según el caso, con curiosidad, devoción o emoción. Y, coincidiréis conmigo, que no existe un campo de fútbol americano profesional que represente mejor la esencia de este deporte como la Frozen Thundra. Si los practicantes de la fe musulmana tienen el precepto de acudir, por lo menos una vez en la vida, a la Meca, para cualquier fanático de la NFL debería ser obligación presenciar un partido en este coliseo. Con suerte nos topemos con Jeff o Ron. No he renunciado a cumplir este sueño y vosotros tampoco deberíais hacerlo.
La temporada no ha podido iniciarse de mejor forma. Setenta y seis puntos (NO 34 GB 42) hablan, bien a las claras, de los demoledores ataques que pudimos contemplar. No sé si la defensa gana campeonatos, pero esta madrugada quedó claro que son los ataques quienes ganan partidos. El match tuvo de todo: touchdowns de carrera y de pase, de retorno de punt (72 yardas), e incluso de kickoff (108 yardas); un espectáculo simplemente excepcional. Ambos quarterbacks se retaron en el duelo del ataque perfecto y sería francamente difícil conceder un ganador. Drew Brees (419 yardas y 3 touchdowns), supo mantener la concentración suficiente como para no dar el partido por perdido cuando otros hubieran creído, en muchos momentos, que la suerte estaba decidida. Aaron Rodgers (312 yardas y 3 touchdowns), fue una auténtica máquina de lanzar pases, sobretodo durante la primera mitad del encuentro, registrando un increíble rating de 132,1. Ninguno de los dos fue interceptado, ni una sola vez; no había espacio para la vacilación.
Pero además, el despliegue de efectivos que ambas escuadras pusieron sobre el verde tapete y la gama de opciones que los playbooks ofrecieron a los más de setenta mil aficionados que asistieron in situ y a los millones de telespectadores que, por televisión, radio o internet lo hicieron desde sus casas, fue sencillamente excepcional. Se confirmaron las duplas que asumirán los respectivos ataques terrestres durante esta regular season: Mark Ingram & Pierre Thomas por parte de los Saints y Starks & Grant en los Packers. Si siempre se acostumbra a hablar del "cuerpo de receptores" que, antes los Vikings de Favre y ahora los Pats de Brady o los Colts del lesionado Manning (Peyton) disfrutan, deberemos asumir que los Jennings, Nelson, Driver o un fantástico tight end que más parece otro wide receiver, de nombre Michael Finley, son capaces de armar un festival en cualquier momento. En el lado contrario, las rutas de Henderson, Colston, Sproles, Meachem o Graham pueden enloquecer a cualquier coordinador defensivo.
Resultado al margen, tanto Packers como Saints volverán a sus cuarteles generales con el ánimo en alza. Sí, seguramente en New Orleans sean muchos los que hoy lamenten esa última jugada, con el marcador del tiempo en 00:00, que pudo acabar en touchdown y tras un hipotético two-points conversion, forzar la prórroga. A esas alturas y bordeando las seis de la madrugada en la península, poco importaban las obligaciones familiares o profesionales de cada uno de nosotros: la NFL nos volvía a cautivar con su brillante esplendor.
Sea como fuere, los de Green Bay han demostrado que el campeón luce en tan buena forma como la que exhibió ante Falcons y Steelers en el rush final de la pasada temporada. Los Saints inician la temporada dando la razón a quienes ven a ellos un aspirante a cualquier meta.
Y señor@s, esto no ha hecho nada más que empezar. Va a ser un gran año.