Hola Graminoleños.
En el día de hoy vamos a abordar el segundo y último capítulo correspondiente a The Pretenders, uno de los grupos británicos liderados por una mujer que mayor número de grandes canciones nos ha dejado. Con ciertos altibajos, eso es cierto, pero con un denominador común de buena música.
Dejábamos la narración de su historia justo en el momento de mayores dudas, de mayor debilidad, de mayor crisis. Era el año 1990 y su último disco no había funcionado como debía. El cambio de estilo no sería demasiado bien encajado por críticos y público y la presencia de Crissie Hynde como único miembro oficial del grupo no había obtenido buenos resultados.
Los años fueron transcurriendo uno tras otro y las noticias de un nuevo disco no llegaban. Hynde se embarcaría en diversos proyectos relacionados con diversas causas benéficas y algunas colaboraciones con otros artistas, pero todo parecía indicar que The Pretenders como tal eran historia.
Sin embargo, en el año 1993 llegaría la sorpresa. Hynde no estaba dispuesta a rendirse y podría decirse que llevaría a cabo una especie de refundación del grupo. Para ello reclutaría al guitarrista Adam Seymour, el bajista Andy Hobson y la gran sorpresa de la reconciliación con su compañero de gracias y desgracias durante tantos años Martin Chambers que recuperaría la batería de la banda. Estaban de vuelta.
Para abrir boca, y posiblemente tantear si el público aceptaría su retorno con un buen recibimiento, una versión suya de un clásico de 10CC sería incluida en la película “Una Proposición Indecente”, protagonizada por Robert Redford, Demi Moore y Woody Harrelson. Se trata de la maravillosa “I’m Not In Love”, que en la voz de Crissie quedaría así de sugerente.
La aceptación de esta versión sería bastante buena y podría decirse que les pondría de nuevo en circulación. Su público ya sabía que seguían existiendo y la noticia de la vuelta de Chambers y la búsqueda de cierta continuidad en los miembros del grupo indicaba que Hynde había sabido corregir errores. Ahora solamente quedaba confimarlo con un nuevo disco.
El nuevo y esperado álbum llegaría en el año 1994 bajo el título de “Last of the Indepndents” y sería el retorno del grupo a la senda del éxito. Cierto es que no llegaría al de sus primeros tres trabajos, pero sus ventas serían considerables y la crítica especializada les daría un cierto margen de confianza.
Podría decirse que este disco sería una especie de vuelta a sus raíces, volviendo a darle un tono más rockero a sus canciones aunque sin abandonar el pop. Con él se moverían en esa delgada línea que separa ambos estilos y que se ha dado en denominar pop-rock, una especie de cajón de sastre donde cabe casi todo.
El sencillo de presentación de este disco sería “Night in my Veins” y lograría un éxito menor tanto en Estados Unidos como en Europa aunque sería su regreso a las listas de éxitos a ambos lados del Atlántico.
En líneas generales, la música de este disco triunfaría más en su conjunto que a nivel de canciones, es decir, tendría mayor aceptación entre el público el álbum al completo que los sencillos publicados, algo que suele ser sinónimo de madurez y buen hacer. Pero como sucede en estos casos siempre hay una excepción.
Se trata de una balada que llegaría a los primeros puestos de las listas de éxitos y que llevaría el título de “I’ll Stand By You”, con unos coros espectaculares y que está considerada como la mejor balada de toda su carrera.
Las críticas que recibiría este disco de retorno sería en líneas generales buenas, pero no entusiastas. Daba la impresión de que hacía tiempo que se les consideraba como un grupo que podía haber sido más de lo que realmente había logrado pero que siempre dejaba ciertos trazos de calidad en sus álbumes.
De lo que no cabría ninguna duda es de que este disco les había vuelto a la circulación y después de bastante tiempo volverían a salir de gira. Como sucede en estos casos, la gira sería todo un éxito y su público volvería a disfrutar sobre todo con sus canciones de siempre, con sus grandes éxitos de sus mejores momentos, con el puro sonido “Pretender”.
El éxito sería tal que daría lugar a la grabación de un disco en directo que llevaría el título de “The Isle of View” que incluiría todas sus grandes canciones, algunas de ellas interpretadas de una manera bastante original e innovadora para ellos.
Se trata del típico disco acústico muy de moda en aquella época pero en el que contarían con el apoyo de un cuarteto de cuerda denominado The Duke Quartet que ledarían un aire muy especial a algunas de las canciones con su sonido de violas y violines.
Como muestra, un botón. Así resulta el mítico “Brass in the Pocket” con ese formato acústico tan especial.
Se acercaba el cambio de década y el grupo parecía asentado definitivamente. Hynde trascendía más allá de la banda y se había convertido en un personaje muy especial. Vegetariana, feminista y con un belicoso activismo político con aires anticapitalistas siempre estaba en el candelero, ya por circunstancias musicales como sociales.
De lo que no cabía ninguna duda es de que habían aprendido a espaciar bastante sus trabajos, dejando atrás esa etapa de publicar prácticamente un disco cada año que les dejaría agotados, con sus relaciones personales muy tocadas y la inspiración un tanto disipada. Sin duda alguna un síntoma más de madurez.
Así pues, la siguiente notica que tendríamos de ellos llegaría en el año 2000 con la publicación de un nuevo recopilatorio, el segundo de su carrera y mucho más completo que el primero, que llevaría el título de “Greatest Hits”.
El disco incluye la totalidad de los grandes éxitos cosechados a lo largo de su carrera hasta ese instante y aderezado con algunos temas muy significativos de los cuales me gustaría destacar tres de ellos.
De todos es sabido el buen entendimiento que siempre han tenido con los chicos de UB40. En el anterior capítulo dedicado a The Pretenders pudimos disfrutar de “I’ve Got You Babe” con unos resultados excelentes. Pues bien, en el año 1988 volverían a colaborar con una melodía reggae bastante tranquila titulada “Breakfast in Bed” que les quedaría así de bien.
Otro de los temas destacados de este recopilatorio es una versión de un dúo mágico, único, diferente, extraordinario, formado por dos artistas descomunales que en muchas ocasiones han unido su talento para dejarnos momentos inolvidables. Me estoy refiriendo a Jon Anderson y Vangelis, artísticamente Jon & Vangelis.
La canción en cuestión no es otra que “State of Independence” que ellos titularían “Spiritual High”. Una buena versión pero algo por debajo de la que realizaría en su momento la mágica y sensual Donna Summer.
La tercera canción que me gustaría destacar es también una versión. Se trata de “Human”, título que ellos le darían al clásico “Human on the Inside” del dúo australiano “Divinyls” que en cuanto a estilo es el que mejor encaja con el sonido habitual de The Pretenders.
Dos años más tarde, en 2002, saldría al mercado su siguiente disco, un trabajo mucho más positivista y menos involucrado socialmente de lo habitual que llevaría el título de “Loose Screw” y que mantendría intacta la formación que había publicado sus últimos trabajos. El asentamiento y la tranquilidad eran evidentes. Desgraciadamente su declive, también.
Cuando hablo de declive me estoy refiriendo a número de ventas y aceptación del público ya que les sucedería como a tantas y tantas grandes bandas creadas en los 80, que con el paso del tiempo y el cambio de gustos y hábitos musicales de los fans les llevarían a ocupar un lugar entre los grupos de culto al iniciarse el nuevo siglo. Lo cierto es que en cuanto a calidad musical posiblemente nos encontremos ante uno de sus discos más brillantes.
La característica más marcada de este disco es su vuelta a la sencillez de la música de sus inicios, con un sonido de guitarras como ellos sabían hacer sin ningún tipo de artificio, algo que se pone de manifiesto en el tema que abre el álbum: “Lie to Me”.
Las críticas hacia el disco fueron excepcionales viniendo a decir que Hynde y los suyos habían alcanzado el grado de madurez más absoluto y dejado a un lado todos esos problemas y circunstancias que siempre les habían rodeado y que habían evitado que se convirtieran en una banda más grande de lo que eran.
En mi opinión, la mejor composición de este disco vuelve a acariciar el sonido reggae que en tantas ocasiones les ha atraído a lo largo de su carrera. En esta ocasión no es ninguna versión sino un tema nuevo creado para la ocasión titulado “Nothing Breaks Like a Heart”, como siempre interpretado con un ritmo pausado y calmado. Es curioso como una voz como la de Hynde es capaz de moverse tan bien en las aguas de este estilo.
Otra vez habría que esperar una larga temporada hasta volver a saber de ellos. Estaba claro que ubicarse en el panorama musical era cada vez más complicado para las bandas más veteranas, la mayoría de las cuales se habían ido quedando por el camino. Todo parecía indicar que se habían marchado sin despedirse, pero en el año 2008 llegarían nuevas noticias.
Sería ese el momento en el que aparecería en el mercado un nuevo trabajo, titulado “Break Up the Concrete”, que vendría acompañado de una gran sorpresa no exenta de polémica como ahora os contaré.
De todos es sabido que la figura de Hynde eclipsaba al resto de los miembros del grupo y que ella hacía y deshacía a su antojo, siempre había sido así. Pues bien, en esta ocasión iba a volver a tomar una drástica decisión sobre uno de los miembros del grupo con el que ya había mantenido algunas diferencias.
Como ya hiciera años atrás, el batería Martin Chambers sería nuevamente relegado y expulsado del grupo. Si sorprendió en su día que tras haber sido despedido por primera vez accediera a volver, sorprendería todavía más que Hynde volviese a tomar esta drástica decisión sobre su compañero de fatigas desde los inicios. Lo curioso del caso es que las versiones fueron bastante contradictorias porque mientras la cantante afirmaba que Chambers ya sabía desde hacía tiempo que no contaban con él, éste declararía que se llevó la sorpresa cuando conoció que The Pretenders iban a grabar un nuevo disco sin él. No demasiado buen rollito como puede apreciarse.
Hynde basaría su decisión en que necesitaban un batería que tocara de distinta manera que Chambers, siendo el elegido en su sustitución un prestigioso músico de estudio llamado Jim Keltner. Con nuevo estilo o sin él, canciones como “The Nothing Maker” suenan bastante bien.
Sobre el disco habría división de opiniones entre los críticos especializados. Mientras algunos lo calificaban de grande, otros afirmaban que podía apreciarse su decadencia y que estaban fuera de sitio, que intentaban hacer música del nuevo siglo con ideas de los 80 y terminaban quedándose en tierra de nadie. Lo de siempre, para gustos, colores.
Si he de ser sincero, a mí personalmente me parece un disco normal y corriente, ni una obra maestra ni un bodrío, pero bastante original, con un sonido más limpio de lo habitual, pausado y tranquilo. Eso sí, algunas de las canciones que lo integran tienen un aire muy especial y envolvente como sucede con “The Last Ride”, una auténtica genialidad.
Después de la correspondiente gira, en la que el propio Chambers colaboraría en alguno de sus conciertos, otra rareza más, el grupo volvió a desaparecer de la circulación y en esta ocasión por mucho, muchísimo tiempo, ya que hasta el pasado año 2016 no volverían, aunque otra vez más con nuevo formato.
Su hasta ahora último disco llevaría el título de “Alone” y nuevamente Hynde acapararía todo el protagonismo ya que se rodea, como ya hiciera en su momento, de músicos de estudio y figura como la única componente oficial del grupo. Genio y figura sin duda alguna.
El título del disco evidencia bien a las claras las intenciones de Hynde, estar sola. En concreto, el tema que la da título al álbum es una especie de justificación del porqué de su comportamiento mostrando que siendo la única es capaz de seguir haciendo buena música.
Las ventas del disco no fueron demasiado elevadas más allá del Reino Unido, ya que para los jóvenes actuales eran una banda totalmente desconocida y los fans de siempre se habían desconectado un tanto con tan poca actividad como mostraban. Pese a ello, las críticas fueron buenas en líneas generales.
El disco no está mal en líneas generales, demostrando la madurez total de Hynde que cobra si cabe aún más protagonismo. Ella compone, arregla, lleva el peso de la guitarra y por supuesto canta, ofreciendo sobre todo un sonido pleno de madurez en canciones como “Never Be Together”.
Lo que está claro es que nos encontramos ante el disco más intimista de The Pretenders, aunque lo justo sería decir que es el disco más intimista de Crissie Hynde porque pese a firmarlo como el grupo de siempre puede considerarse prácticamente como su primer trabajo en solitario.
Todo esto queda de manifiesto en la que para mí es la mejor canción de todo el disco, esta delicada “One More Day”.
Este ha sido pues el recorrido de The Pretenders a lo largo de más de 30 años. Queda ahora saber si en el futuro habrá un nuevo disco y si Hynde se atreverá a firmarlo con su propio nombre, sin descartar el retorno de alguno de los antiguos miembros algo que se ha hecho recurrente a lo largo de su carrera. Lo que está claro es que nos encontramos ante una banda que con mejores o peores resultados, con mejores o peores críticas nunca ha hecho un disco malo.
Hasta la próxima, Graminoleños
JUAN JOSÉ GOMARIZ