Llega tarde, muy tarde, la buena de Annie al revival de los sonidos sintéticos que grupos como Chromatics, la banda sonora de la película Drive y toda la escena synthwave pusieron bajo los focos hará ya cosa de una década. La noruega, las cosas como son, nunca ha sido muy buena en eso de llegar a la hora a las tendencias, y da hasta un pelín de rabia que canciones tan chiflantes como las que ella sabe hacer a menudo no tengan la atención que merecen por una mera cuestión de sincronía: considerando que han pasado ¡11! años desde la publicación de el infravaloradísimo “Don’t Stop” , casi podemos darnos con un canto en los dientes y sentirnos agradecidos de que a Anne Lilia Berge Strand aún le queden ganas de traer discos al mundo.
Al muy ochentero “Dark Hearts” (así se titula el tercer largo de Annie) me ha costado cogerle el punto quizás justamente porque como consumidor habitual del tipo de música al que homenajea, no acabo de ver exactamente cuál es la aportación de Annie a un sonido trilladísimo y en el que cada vez resulta más difícil separar el grano de la paja. No lo hace mal, desde luego, pero solo dos canciones han conseguido despertar mi atención más allá de un correctito y muy nostálgico ejercicio de estilo: la canción que da título al álbum, y esta maravillosa “The Streets Where I Belong” que se incorpora de pleno derecho a la selección de greatest hits de la cantante. Por la que propia autora dice, el sonido está inspirado por el pop de radiofórmula de los ochenta, y la letra en la relación que tuvo con el que fuera “amor de su vida”, un joven llamado Erot con quien empezó su carrera musical, tristemente fallecido a los 23 años por un problema cardiovascular congénito. De hecho, parece que en un primer momento se pone en su misma piel en ese fabuloso “Annie, Annie, they’re playing our song” con el que se abre la pista, y sin embargo conforme avanza la estrofa la distancia entre ambos aumenta (And for a moment/ I’m transported to where I’m from / Teenage lovers, when we were young / All of the parties under the midnight sun / That’s when I met the love of my life / He was a DJ and we danced all through the night) hasta hacerse insuperable (Tell me, tell me, why did you go? / I can still hear our songs on the radio). Synth-pop de lagrimilla sustentado en una melodía milagrosa, producido por Stefan Storm (The Sound Of Arrows, y SE NOTA) y rematado con un “Take it away, Johnny” (se refiere al solo de guitarra que firma su colaborador Jonas Pettersson, justo a continuación) de los de “no es nada, creo se me ha metido algo en el ojo”. Aisssh…
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