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The Tycoon, los magnates no tienen sentimientos

Publicado el 05 noviembre 2011 por Carmelo @carmelogt
The Tycoon, los magnates no tienen sentimientos
The Tycoon, el magnate, mezcla acertadamente el cine social con el melodrama. El señor Arima, un poderoso constructor japonés, va dejando un reguero de víctimas detrás de sus grandes proyectos empresariales, que justifica amparándose en el bien social.
Arima es el prototipo de hombre de negocios sin escrúpulos, sin moral. Abusa de sus amantes, de sus hijos ilegítimos, de sus empleados y empleadas, y ejerce el poder buscando satisfacción personal sin importarle la gente que tiene a su alrededor.
Película de 1964 de Satsuo Yamamoto en la que el actor So Yamamura hace un gran papel de villano del capitalismo.
El magnate es un hombre ya de cierta edad. Casado por el dinero de su suegro, tiene 3 o 4 amantes y varios hijos con cada una de ellas. No recuerda ni el nombre de sus hijos, como se ve al principio, cuando llega a la casa de una de sus amantes que le espera servilmente. Y es que las mujeres son esclavas de su señor. Y los hijos ilegítimos crecen con desequilibrios mentales evidentes por la falta de amor del padre.
La compra de terrenos para la construcción de un ferrocarril y la creación de una gran urbanización en una zona a las afueras de la ciudad son el nuevo negocio de Arima, en el que utilizará todas sus armas, todo tipo de chantajes, todo tipo de acciones para llegar al fin.
El magnate dice que todo lo hace, no para enriquecerse, sino para el bien público e intenta hacer creer a sus enemigos que obtendrán también beneficios con sus bloques de apartamentos y su ferrocarril.
En una palabra, Arima representa el poder capitalista, la manipulación, la corrupción, el poder del dinero. No tiene sentimientos, no llora, sólo ríe, y eso, aunque sus hijos acaben suicidándose o demandándole,  sus amantes abandonándole y sus mujeres odiándole.
La erótica del poder está presente también en esta película de Yamamoto, lo cual se ve con la actitud de la empleada comprada para ser la amante de Arima. Salir de la pobreza tiene su precio, y la mujer se vende al poderoso buscando un bienestar personal que no tiene. Pero es que además, parece complacida siendo la amante del señor, parece que le gusta.
El papel de los hijos del magnate alude a una lucha generacional y también a una lucha entre el rico y el pobre. Pero el rico sale ganando. De hecho, la película  termina con la inauguración triunfal del ferrocarril por el Sr. Arima. Una vez más, el capitalismo triunfa, el dinero triunfa. Y precisamente eso es lo que parece querer denunciar Yamamoto.

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