Cada vez es más necesario poner el foco de atención sobre los autores y obras que realmente merece la pena leer y en los que gastar nuestro tiempo y dinero. Uno de ellos, Thomas Berger, murió el pasado verano, el 13 de julio, un maestro de narradores, respetado y reconocido en EE. UU, pero del que apenas se han publicado tres libros en España, donde la industria editorial parece empecinada en sacar al mercado novelas horrorosas para un público mayoritariamente femenino, facturadas con la misma fórmula de lo políticamente correcto y que nada aportan.
Por el contrario, el legado literario de Thomas Berger, autor de la extraordinaria “Pequeño gran hombre”, es impecable y forma parte ya de la cultura universal, con obras que lo convierten en uno de los grandes de la literatura.
Thomas Berger, nacido en 1924 en Cincinnati (Ohio), recibió algunos prestigiosos premios literarios y vio llevadas al cine algunas de sus novelas, pero si destaca por algo es por haber sido un escritor riguroso que eligió trabajar en silencio y de forma constante, alejándose de los focos de la fama y los saraos sociales y literarios. Su obra, rica en calidad, se benefició de esta actitud coherente, y a cambio su popularidad se vio menguada, algo que a un escritor de raza jamás le importa.
Berger sirvió como parte del personal médico de las fuerzas estadounidenses en Berlín durante la la Segunda Guerra Mundial, y se graduó en la Universidad de Columbia. Su carrera como escritor despegó en 1964, cuando se publicó su tercera novela: “Pequeño Gran Hombre”, que resultó un éxito y le permitió dedicarse en exclusiva a escribir.
Thomas Berger trabajó el relato corto, el ensayo y la crítica de cine, pero donde era un verdadero maestro fue en la novela, un género del que ha dejado más de una veintena de títulos que lo consagran como uno de los escritores más completos e interesantes al que un lector puede acercarse. Su trayectoria literaria le llevó a convertirse en escritor residente en la Universidad de Kansas, y en colaborador habitual con otras universidades e instituciones como Yale, la Universidad de California o el Southampton College, y una dedicación profunda a su trabajo como novelista.
Su novela The Feud quedó finalista del premio Pulitzer en 1984, pero nunca fue un autor que se caracterizara por ser muy popular, salvo entre los buenos aficionados a la literatura que saben apreciar ese dominio de Berger de una narrativa que se mueve entre los géneros literarios más populares y la literatura clásica americana, un territorio que frecuentó a menudo con fórmulas que emplean recursos de géneros muy variados para llevarlos a los límites. Así, vemos su mano en novelas de todo tipo: de ciencia ficción, utópica y distópica en Regiment of Women (1973), Nowhere (1985), Adventures of the Artificial Woman (2004), el western en Pequeño Gran Hombre (1964), y The Return of Little Big Man (1999), la fantasía en Being Invisible (1987), y Changing the Past (1989), la novela de detectives, crimen y suspense en Tiempo de matar (1967), Who is Teddy Vilanova? (1977), El rostro del mal (1992), y muchas otras, y la novela histórica en Arthur Rex: A Legendary Novel (1978). Novelas en las que siempre aparecía su especial sentido del humor y el retrato de la sociedad estadounidense.
De su abundante y meritoria obra literaria, sólo tres novelas han visto la luz en España: Tiempo de matar (Killing Time), una mala edición de Caralt, en 1970, Pequeño Gran Hombre (Little Big Man). editada por Valdemar en 2004, y El rostro del mal (Meeting Evil), publicada por Plata negra en 2012. Tres muestras elocuentes de su talento inmenso como narrador.
Tiempo de matar cuenta la historia del peor día en la vida de John Felton, un perfecto americano medio, agente de propiedad felizmente casado y con dos hijos pequeños, que se ve atrapado en la fuga hacia la locura y la muerte de Ritchie, un sociópata incurable, con delirios persecutorios, violento y brutal, que decide convertirle en su mejor amigo, le guste o no. Una novela negra y de suspense realmente sorprendente.
El rostro del mal ofrece el retrato de un psicópata en las antípodas del asesino intelectual de Tiempo de matar, un sociópata incurable que refleja la pura maldad.
Pequeño Gran Hombre es su novela icónica, un western de elevada talla literaria en el que aparece su personaje Jack Crabb, el centenario narrador y protagonista de la que es sin duda una de las mejores novelas del siglo XX, cuyo argumento adentra al lector de forma meticulosa en los lejanos días de la conquista del Oeste y las guerras indias. Una novela que bien vale su lectura. Una obra maestra que retrata fielmente el Viejo Oeste, no sin humor, fortaleza narrativa y una fina ironía que pone en perspectiva la Frontera americana a través de las aventuras de Jack Crabb, que nos permiten asistir en primera fila a momentos históricos como las batallas de Washita, Sand Creek o Little Big Horn, y conocer a través de su peculiar mirada a personajes como Wild Bill Hicock, el general Custer, Caballo Loco o Calamity Jane. Una novela divertida y emotiva a partes iguales, con una precisión histórica asombrosa y un ritmo narrativo que nunca pierde el pulso.
Thomas Berger se mantuvo ajeno a los debates literarios, sociopolíticos e ideológicos de su tiempo, así como prefirió mantenerse alejado de los medios de comunicación de masas, lo que hizo de él un autor outsider, tanto de la literatura clásica como del best-seller, de ahí el desconocimiento de buena parte del público lector. Los que sí tenemos la satisfacción de conocerlo, seguiremos disfrutando de sus buenas novelas.