El origen de su historia se ubica en Jamaica durante la mitad del siglo XVIII y tiene como protagonistas a dos personajes: María y María Fernanda. María era una esclava, de quien nadie conocía su nombre real. Para todos era conocida como Tía María o la niñera de Maria Fernanda de Almudena y Vallermosa, apodada Mafe.
Ambas compartían un secreto: un licor especial que Tía preparaba con granos de café seleccionados, granos de vainilla y un poco de licor hecho de melaza. Un día comenzaron los disturbios sociales en la isla y las llamas envolvieron la colonia. Antes de escapar, Tía tomó a Mafe y le dio una caja con dos perlas y, en un susurro, le dijo el secreto de la receta del licor y agregó: "No lo olvides, lo necesitarás cada vez que quieras recordar nuestro tiempo juntas".
Fue sólo en el año 1947 cuando el licor fue redescubierto. Kenneth Ligh Evans era un doctor experto en microbiología que estudiaba la flora de Jamaica y probaba nuevas mezclas. Un día conoció a Nina, quien le regaló una elegante botella con un licor casero que tenía un color ámbar oscuro y un envolvente aroma a café. Ella le contó que provenía de una receta secreta transmitida entre generaciones, que estaba en una caja que había pertenecido a su familia por siglos. Cautivado por la historia, le preguntó si podía aprender la receta. Evans le sugirió a Nina que prepararan el licor tal como lo había hecho Tía. Así, pasaron muchos días estudiando la receta, seleccionaron varios tipos de café, ron con diferentes graduaciones alcohólicas, y fueron variando el tiempo de maceración y la cantidad de azúcar.
Así fue como tiempo después Evans decidió producir el licor en grandes cantidades y posicionarlo en el mercado con el nombre de Tía María. Tres siglos después, se distribuye en más de 60 países.
FLORENCIA TRUCCO
“La receta de un licor que se transmitió por siglos”
(la nación, 23.03.14)