La llegada del invierno no es la época más dura para la mayoría de la fauna de las montañas atlánticas. Es un par de meses después cuando ya se agota la despensa y aún no han salido los brotes nuevos.
Pero ahora, en diciembre, aún hay alimento en abundancia, ahora todavía es fácil encontrar castañas o bellotas, tanto de robles como de quejigos o encinas.
En Somiedo, los robledales no son lo más abundante. Asociados a laderas orientadas a la solana han sido diezmados durante siglos para crear pastos soleados y situar en ellas buena parte de las brañas. A hacha y fuego.
Y en los valles profundos del Pigüeña y del Somiedo, hay una gran abundancia de encinas. En laderas escarpadas y casi inaccesibles, pero en abundancia. Y ahora es tiempo de bellotas, y jabalíes, ciervos y osos (entre otros) aprovechan la cosecha.
Se ven la hozaduras, se oyen sus pasos y gruñidos, se ven las copas mecerse sin viento...