Revista Cultura y Ocio

Tiempo para escribir

Publicado el 08 noviembre 2014 por Escrilia @escrilia

Etiquetas

constancia, dedicación, escribir, interrupciones, motivación, novela, proyectos, tiempo

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Escribir requiere tiempo. No se pueden evitar esas horas (días, meses, años) que uno pasa tratando de expresar la historia que imaginó. Ese tiempo es real, el conteo de palabras que produce en ese tiempo es real y el tiempo que debe dedicarle, inserto en la agenda de su actividad diaria, es real.

Si bien es sabido que escribir lleva tiempo, hay diferencia entre tomarse tiempo para escribir y aprovechar el tiempo de escritura.

Cualquier tiempo que dedique a escribir una obra que alcance la calidad para ser publicada es un tiempo bien aprovechado, pero perder el tiempo que usted le reserva a la escritura, haciendo otras cosas, es muy fácil (por lo menos para mí).

No importa que tan previsor haya sido usted, dándose meses o años para terminar de escribir su novela, aún queda por resolver el día a día; tratar de encontrar un espacio de tiempo constante y regular en su ocupada vida para, efectivamente, trabajar en su proyecto.

“No tengo tiempo para escribir (cero de tiempo). Pero creo que puedo hacerme un hueco si rasco un poco de una actividad u otra. Sé que va a ser un proceso lento, pero no me preocupa. No estoy apurado.” John Grisham.

Es sabido que no importa lo ocupado que tengamos el día, podemos hacernos tiempo para hacer las cosas que queremos. Si realmente las queremos hacer.

Usted (si es como yo) quiere escribir, pero quizás no haya puesto esta actividad en su lista de prioridades. A pesar de que hay cosas que debe hacer, como la mayoría de nosotros (trabajo, familia, mascotas, trámites) es preciso que el tiempo de escritura entre en la organización con una etiqueta de “importante” para no ser descartada fácilmente.

Será difícil crearse un espacio diario de escritura, por lo que es imperativo aprovechar cada minuto que haya conseguido, pero ¿cómo se logra esto?

Lo primero es entender que es mejor escribir en intervalos breves, enfocados y regulares que en varias horas de “escribo esto durante la mañana mientras…”

Si decidió que sólo puede dedicar a la escritura tres o cuatro horas semanales, trate de hacerlo todos los días. Es mejor media hora de dedicación exclusiva (sin teléfono, web, cocina, correo o interrupciones varias) que dedicarle toda la mañana del Domingo.

Si escribe diariamente, aún en periodos cortos, mantiene la historia fresca en su mente todo el tiempo, permitiendo ese desarrollo mental de la escritura que ayuda tanto. Si por el contrario lo hace una vez a la semana, perderá la mitad del tiempo poniéndose al día y resolviendo temas antes de proseguir. La escritura diaria también mantiene el músculo creativo en mejores condiciones. Sí, es como la gimnasia.

Por otro lado, las pequeñas dosis de trabajo duro son mucho más manejables que las sesiones largas. Escribir intensamente una hora no es problema, querer hacerlo por cuatro horas seguidas no es realista. Habrá interrupciones, cafés, bloqueos…

Separar el tiempo necesario para escribir diariamente es particularmente difícil si tenemos un trabajo fijo, familia y obligaciones sociales, entonces ¿de dónde lo sacamos?

Reducir el tiempo que vemos TV es una opción. Pero muchas veces la razón por la que vemos tele es porque estamos cansados, estresados y sólo queremos darnos un respiro, no pensar en nada. Escribir en este estado tampoco es recomendable.

Irnos a la cama una hora más tarde quizás sirva si somos de carácter noctámbulo. Personalmente me cuesta mantener los ojos abiertos después de cierta hora y generalmente dedico la última parte de mi día a leer (algo necesario, no cambie leer por escribir porque no funciona).

A mucha gente le funciona, sin embargo, escribir temprano por la mañana. La agonía de salir de la cama una hora antes se disipa con café. Además, seguramente estará mucho más alerta que a la noche, los vecinos no hacen ningún ruido, las oficinas que pueden llamarle no abrieron y los vendedores aún no empiezan sus rondas, lo que implica menos distracciones.

Pero claro, esto depende de lo que funcione mejor para usted. Sólo asegúrese de que cuando se ponga a escribir lo haga de forma inteligente.

El tiempo y la constancia
En general, escribir, organizarse y llevar un ritmo no es problema cuando empezamos un proyecto. Todo es nuevo. El entusiasmo, la motivación, la fe en nuestra capacidad como escritores es abrumadora… al principio.

Pero el tiempo lo cambia todo. Es loable intentar cumplir el tiempo de escritura programado con las mejores intenciones, pero ¿qué hacer cuando el envión inicial decae?

Hay técnicas para concentrarse (fijar fechas, ponerse metas, prometerse premios) pero todo eso asume que usted quiere seguir escribiendo.

En algún punto de este proyecto a largo plazo que es su novela, especialmente mientras escribe el primer borrador, empezará a dudar de sí mismo.

No es lo suficientemente buena; es similar a otras historias; no conduce a nada; es aburrida; tiene demasiados clichés; no tiene acción: y así puede seguir hasta el cansancio.

Pero no sólo no debería preocuparse, sino que debe esperar una etapa así. Cuando caiga en un bache, cuando sienta que no tiene sentido continuar, debe reconocer que esta etapa es parte del proceso de escritura.

No siempre es fácil ser consciente de que uno se encuentra en medio de esa etapa pero, cuando le sobrevenga el angustioso deseo de abandonar todo, respire hondo y acéptelo. No trate de resistir, es inútil. Permítase dudar… y pase a la siguiente etapa.

Sí, es una posibilidad de que realmente sea un trabajo malo, una enorme pérdida de tiempo. Pero no hay manera de saberlo hasta que haya acabado. Termine de escribir. Es importantísimo terminar los proyectos que comenzamos.

Una vez que haya cambiado su meta de “crear una obra maestra” a “terminar esta novela” la tarea se vuelve mucho más liviana.

Para ser claros: esto no significa que deba rebajar sus estándares sino evitar la trampa psicológica de juzgar las cosas a medio hacer, con la falsa urgencia de escapar para reducir las pérdidas.

Siga escribiendo hasta completar el primer borrador. Una vez lo haya hecho sentirá un enorme alivio… por unos segundos. Luego empezará el: Esto no tiene potencial; no se puede salvar nada; estoy perdiendo el tiempo; no tengo idea de cómo arreglar esto; mejor tiro todo y empiezo de nuevo.

Pero deberá entender que también es parte del proceso.

Un proyecto a largo plazo cuenta con muchas altas y bajas, muchos ciclos y es preciso superarlos todos para completarlo. Una forma de hacerlo es conservar, pese a todo, el tiempo de escritura que hemos establecido en un principio. Lo obligará a seguir en movimiento. Le dará constancia, ritmo y cierta seguridad de que avanza hacia su meta.

Partido a partido
En un mundo perfecto, con cantidad de tiempo libre y sin distracciones, usted no tendría excusas para no escribir diariamente. Pero éste no es el caso.

Un método que puede utilizar, aunque no siempre resulte agradable, es ponerse plazos. No un gran objetivo final, sino alguno intermedio. Esto ayuda a sacar de la cabeza la novela completa, tan lejos en el tiempo, y nos una meta más cercana, factible de ser cumplida sin penurias.

Este sistema descansa en la inclinación que tiene nuestro cerebro a competir e intentar ganar. Podemos utilizar esta tendencia para conseguir que haga lo que queremos.

No sé si esto le pasa a usted, pero yo encuentro que mi cerebro no siempre es todo lo cooperativo que podría ser. Hay ocasiones en que, sin razón aparente, escribir se me hace pesado. Tengo la idea, me gusta el desarrollo, quiero escribirlo, pero siento que es un proceso penoso, largo y el final me parece tan lejano…

Poner un objetivo intermedio, aunque sea completamente arbitrario, pueden marcar una gran diferencia. Fundamentalmente para lograr que nuestro cerebro consiga regularmente su porción de satisfacción por la tarea cumplida.

Es un truco, lo sé. No obtendremos premio alguno, ni penalización, pero el simple hecho de tener una meta más cercana impulsará a nuestro cerebro a querer cruzarla.

Claro que hay aspectos negativos en este método. Si bien puede mantener la motivación hasta el final del proyecto, también puede darle la falsa impresión de trabajo cumplido, minando el deseo de seguir. Si se esfuerza demasiado en el sprint para llegar a esa meta intermedia, se derrumbará sin fuerzas justo después de cruzarla y el manuscrito inacabado puede terminar en un cajón, languideciendo hasta que se vea con fuerzas para retomar el camino.

La alternativa sería fallar esa meta intermedia, lo que nos dejaría baja la moral para continuar con el resto.

Entonces, ¿cómo utilizar correctamente las metas intermedias y evitar las trampas?

Lo más sencillo es tener muchas metas intermedias. Si divide su proyecto en secciones, entonces puede crear varios objetivos, muchos.

Es el método que aplican varios entrenadores de fútbol. Si la meta es ganar el campeonato se ve como lejana e inalcanzable. Sin embargo si sólo deben ganar el siguiente partido no agobia tanto, parece factible.

Esas secciones pueden ser capítulos, diferentes borradores en distintos niveles de detalle, escenas principales que luego deba interconectar. Cómo divide su proyecto en etapas depende de cómo trabaje, pero la ventaja de hacerlo es doble: En primer lugar, usted engaña a su cerebro haciéndole querer alcanzar una meta en una fecha determinada, pero sabiendo que no es el final. Usted obtendrá el beneficio de lograr un objetivo, pero todavía tendrá la actitud mental necesaria para la transición de una fase a la siguiente. Y como segundo punto, si no alcanza a completar esta entrega en el tiempo previsto tendrá espacio para ajustar las próximas fechas al paso que lleva, evitando mayor problema.

Usted pensará, ¿Cómo sabré yo cuál es el tiempo que deberá durar cada etapa? Pero esa es la belleza de ponerse sus propias metas: no importa. Todo esto es sólo una manera de engañar a su cerebro para que haga lo que usted quiere. Al igual que la mayoría de los trucos psicológicos, usted realmente no quiere saber cómo funciona, mientras funcione. Lo importante es establecer objetivos y luego lanzarse tras ellos, su cerebro va a entrar en el juego e intentará cumplir cada vez.

Es tan importante encontrar el tiempo para escribir regularmente como estar motivados para hacerlo, lo bueno es que ambas cosas se retroalimentan.


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