Hoy es un día especial para el mundo, día que se celebra el amor, pero para los que amamos incondicionalmente tenemos días de amor, todos los días.
¿Tu sabes lo que es el amor hacia los perros?
¿Alguna vez has adoptado un perro abandonado por amor?
Si contestas que no, quizás esta puede ser tu oportunidad.
El día 22 de Diciembre de 2013, alrededor de las once de la noche veníamos en el auto con mi esposo de vuelta de la ciudad de Rengo, por la autopista sector de la ciudad de Rancagua. Poco antes nos habíamos detenido por un tremendo taco que existía debido a las fechas de celebración de fin de año, cuando de repente el tráfico avanza a velocidad. Cuando vamos pasando por el sector de Rancagua, ante nuestros ojos atraviesa la calzada de la carretera, un perro de tamaño casi pequeño, se veía como un bulto o una pelota rodando en la autopista, hubo vehículos que le colocaban la pata al freno y seguían como si nada. Justo tocarme a mi verlo y empiezo a gritar para, para, para, mientras el perro corría de lado a lado y los autos lo esquivaban. Basilio se detuvo en la berma, a sus buenos metros de donde se encontraba el perro. Abro la puerta, me bajo y empiezo a correr con los brazos levantados y linterna encendida para que los demas vehículos se detuvieran. A cada movimiento del perro me tapaba los ojos, el inocentemente intentaba subir la calzada de un metro para pasar para el otro lado. En eso un vehículo amable, coloca sus luces de estacionamiento, deteniéndose, a lo que siguieron los demás a copiarle su iniciativa. Fue ahi que pude cruzar al medio de la calzada para poder tomarla. Corro hacia el, lo tomo como pude y me retiro.
Es un perro poodle lleno de motas hediondas a caca. Los autos continúan su viaje, mientras en la berma, lo bajo y el, empieza a saltar como si me hubiera conocido de toda la vida. Quizás instuyó que yo podría ser su dueña, pero al rato se dió cuenta y cambió su entusiasmo. Lo reviso, a simple vista se ve sano, le abro sus patitas, descubro que es hembra. Pucha, miro a mi esposo, y le digo, no la puedo dejar aquí, es perrita, y le pongo cara de que yo no fui.
Me mira, va al auto, trae una correa para atarla. La perrita huele a caca, está pegada a su cuerpo en la parte trasera.
No puedo subirla asi al auto, era horrible su olor.
Voy al auto, busco desesperamente una tijera, la encuentro y comienzo a duras penas a cortarle su pelo a sabiendas que me haré tira mis dedos por que la tijera ya no corta. Pero es lo que hay.
Vamos Marce, me digo...tu puedes.
De rodillas en el suelo de tierra y piedrecillas que me molestaban, empiezo a como de lugar, por aqui, por allá, no hay como tomarle su pelo, todo es una pasta homogenea entre pelo, piel y fecas.
Le pido perdón por si no le gusta, mientras corto, sigo conversando.
Miro a mi esposo, vaya que paciencia me tiene, pero me digo en ese momento, podría tener un poquito mas, y me sonrío sola como si me acordara de mis mas tremendas diabluras infántiles, o actuales. Sigo cortando, la hora pasa lento en el momento por no lograr hacerlo mas rápido. Había que pensar que al día siguiente era día de trabajo, todos a esa hora venían de vuelta de sus viajes por el sur de nuestro país y yo ahi de rodillas, haciendole peluquería a una perra que ni siquiera me debería importar, pero basta que es una vida, para hacerlo.
Dan la una de la madrugada, ya le he cortado bastante su pelo. Tiene parásitos por montón. Tomo precauciones, y comienzo de inmediato su tratamiento. Debajo de todo ese pelo, hay un esquéleto andando, ya no es la pelota de pelos que rodaba en la calzada. A una cuadra de la carretera se ven personas, y autos policiales, pensé, vendrán a preguntarnos por que nos detuvimos o si nos pasaba algo. Erróneo, nada de eso. Ellos siguieron como si nada. Era yo quién me afligía por esa pequeña perrita indefensa que estuvo a punto de morir.
Pienso, no le hace falta a nadie, ¿que tenía que parar? y de repente mis ojos miran hacia el cielo, hay algo que me motiva a volver a sonreir. Es ella, saliendo tras la cordillera, aquel objeto que me ilumina el alma, mi amada luna, compañera eterna de noches oscuras en los caminos.
Muchas veces esa luz me ha devuelto la alegría, las ganas de seguir caminando en esto que pocos ayudan, pero aqui estoy, de frente al mundo contándoles parte de mi vida. La subo atrás a la maletera del auto, y allí se acurruca, casi ni se ve de lo pequeña que es enrollada.
Dan mas de las dos de la madrugada llegando a casa. Imposible dejar para mañana lo que puedo hacer hoy. Tengo perros, todos hermosos y sanos, sería irresponsable dejarla asi.
Me voy directamente al baño, llevo toallas, la meto a la tina y comienzo. Aún no descubro lo que hay debajo de ese ser abandonado. Pienso, de seguro se habrá perdido, tiene que haber estado meses abandonado, alejado de la mano de su dueño, este se preguntará en que lugar se encuentra su perrita?...o seré yo la única tonta que se preocupa de los perros. La baño, pongo shampu, una y otra vez, la mugre cuesta que salga y ella humildemente me mira sin quejarse de tanto que la resfriego. Fue largo ese baño, conversador, un monólogo en silencio para no despertar a quienes duermen.
La retiro del agua, casi ya limpia, por lo menos se nota que tiene su pelito blanco, me mira a los ojos mientras la seco, se me cae la toalla mientras busco el secador de pelo, fue ahi cuando mis ojos se humedecen al ver su reacción frente a un trapo limpio.
Al ver la toalla en el suelo, atinó de manera rápida a hecharse sobre ella, como si supiera que estaba limpio, y durante meses se le hubiera olvidado.
Son mas de las tres de la madrugada, la tomo en brazos, busco un cojín para ponerlo dentro de la jaula de transporte donde quedará por esa noche con comida rica para empezar a recuperarla. Ella me mira, tiene los ojitos brillantes que iluminan, pero muy, muy tristes.
Al día siguiente, al levantarme voy a verla, se comió todo el alimento, la saco de la jaula para que haga sus necesidades, corre a buscar tierra, se pone en postura para defecar, está un rato, y viene hacia mi, es en ese momento que voy descubriendo sus tremendas heridas. Viene hacia mi, sin darse cuenta se le cae de su ano, una pelota de fecas, y cuando camina deja su estela de orina por donde pasa. Me llama la atención que cojea. La observo, casi me dió ataque, cojeaba con el muñón de la patita hacia atrás. Miro su cuerpo, está lleno de heridas profundas, como profundas serán las heridas de su alma. La tomo en brazos, es inmensa la humildad de sus ojos. La perrita aún está con su cuerpo con parasitos. Entonces me acuerdo de un médico veterinario que hace un tiempo me ofreció sus servicios, el quería ayudar a los perros del camino, además me queda cerca. La subo a la jaula y nos vamos a la clínica. A pedido de el, no pondré su nombre.
Allá la bajo, ella va casi segura a mi lado, cojea, está desnutrida, apenas se puede sus huesos.
El Dr. la exámina, toma una radiografía a su patita, y descubre que tiene un ligamento cortado, por el cual es el motivo que su patita se da vuelta. La termina de desparasitar, a través de una ecografía me confirma que no está preñada, y me ofrece esterilizarla, a lo que respondo que todavía no, prefiero recuperarla antes de seguir haciéndola sufrir. Diagnóstico: infección en ambos oidos, cistitis fuerte, hematomas en su piel, heridas varias, sin contar la cantidad de parásitos en su piel.
El daño que tiene al final de su columna es por culpa de un atropello, donde el auto le dió el golpe en las caderas, y de pasadita pasó su rueda por encima de la pata trasera. Chuata... ¿Quién la va a querer así? me pregunto y me respondo, será de Dios, pero eutanasiarla ahora, nunca, primero le daré la oportunidad que les doy a todos. Ahora otra vez su vida dependía de mi desición.
Ese día quedó con tratamiento fuerte de antibióticos mínimo diez días.
Quiero agradecer a ese señor, medico veterinario, por la bondad que tuvo de no cobrarme un peso por la atención.
Me vuelvo a casa, el día está con sol parado, ella está cansada, quizás cuantos días no ha dormido tranquila y con la seguridad que hay en mi hogar.
Asi comienza la gran lucha por tratar de recuperarla. Había que pensar en bautizarla de nuevo, que mejor que llamarla Rengui, en honor al viaje a Rengo.
Si la quieres adoptar, ahora depende de ti. Mis manos no alcanzan para darle todo lo que ella necesita, es una perra tremendamente dulce, limpia, obediente, y fiel. Tiene alrededor de cinco años de vida.
Es Rengui, una perra rescatada de una autopista, una perra que fue muy querida por su familia por la manera de comportarse.
Si la quieres adoptar, comunícate a mi correo [email protected]
Solo pido que la acepten tal cual es, que la persona sea suficientemente responsable para protegerla y amarla como se lo merece.
Esta foto fue tomada a la semana siguiente de haberla rescatado,
Quizás esta sea tu oportunidad para conocer un verdadero amor.
Estás dispuesto?
Esta historia continuará.
Marcela
[email protected]
NO MAS ABANDONO DE PERROS
Los perros del camino?... son todos aquellos que de una u otra manera estando perdidos o abandonados, Dios los pone en mi camino cuando paso...y algo me dice: tienes que detenerte, no puedes seguir...