Revista Ciencia
TIEMPOS MODERNOS
Publicado en Levante 24 de mayo de 2013
Tiempos modernos es el título de la famosa película de Charles Chaplin. En ella, se parodia la máquina y el progreso concebido como que el hombre imite también a la máquina. Es la deshumanización. Se ha escrito mucho sobre el particular. Ahora estamos en otra época: la era computacional. Sostengo que nada hay más viejo que una máquina nueva. La que sale al mercado como gran novedad, es, sin embargo, anticuada, vieja. Primero porque es un producto del hombre, un artefacto; y después porque en poco tiempo saldrá otra más perfeccionada, que ya está en prototipo en la misma empresa que fabricó la anterior, o en la de la competencia. Esto es así. Lo artificial humano, el artefacto, siempre es algo anticuado. Solo el ser humano aporta novedad. Cuando alguien nace o muere es un mundo el que se nos abre o se nos cierra. Por eso el hombre que se artefacta se autodestruye, queda ipso facto acartonado como una momia, envuelto en su particular tela de araña, en la red: se repliega sobre sí mismo. Esta inmovilización comporta la frustración personal, el inacabamiento del viaje biográfico, es vejez anticipada. El mito de la autoconstrucción, tan bien representado por el hombre prometeico, el self-man, el que se hace a sí mismo, es un constructo, un artificio, una falsía, un engaño.
Hay que caer en la cuenta de esta realidad para no dejamos llevar por lugares comunes, por fetiches: esos que nos anuncian que poseyéndolos seremos más jóvenes y felices, con una beatitud bobalicona. Es un botox de alma atribulada que no nos deja en paz, que nos aprisiona en una sonrisa artificial, sin musculatura. Algo fatuo, vacío, inane.
En realidad, no somos tan modernos. Cada generación ha creído que con ella llegaba la era de la plenitud, para luego darse cuenta de que tal cosa era en realidad una piadosa mentira. Quizá necesitamos darnos el golpe, caernos del burro; porque sólo aprendemos equivocándonos. Si es sólo esto, bien está; pero si, como atisbo, hay persistencia en el error, erre que erre, creyéndonos los más modernos de todos, es inconsistencia, falta de fundamento. Lo moderno, será viejo en breve tiempo. Cronos, el dios del tiempo, no perdona: devora hasta sus propios hijos, por ser hijos del tiempo.
Pedro LópezGrupo de Estudios de Actualidad