Revista Cine

Tiempos modernos

Publicado el 24 febrero 2012 por Francissco

Tiempos modernos

Nos sabemos vigilados e intervenidos en todo lo que hacemos en nuestros puestos. En ellos se registra todo lo que dices, en esa “nube” que habitas y que te aísla de toda la puñetera oficina.

Mi “departamento” se extiende virtualmente a todo lo ancho del país, en comunicación contínua con las otras delegaciones nacionales. Con los compañeros que allí realizan tareas como la mía. Yo -y cada vez más- manejo “inputs” de allí y les doy salida. Y a la inversa ocurre lo propio, claro.

Por lo tanto, podría ocurrirme que “Barcelona” (o “Alicante”) me absorbieran un día de estos, volviéndome “redundante” y prescindible. Naturalmente, no serían los compañeros de estas ciudades los que decidirían esto, sino los planificadores superiores, ah, esos seres misteriosos que alteran vidas sin pestañear. También podría “absorberles” yo, lo que me daría una sensación de lo más rara, como de tener tentáculos y no verlos.

Mis otros compañeros físicos de la oficina también están casi todos aislados en sus propias nubes, compartiendo más de lo que lo hacen contigo. Por supuesto, estas barreras se rompen fácilmente, porque la red se implantó después y el compañerismo ya venía de antes. Para quien era compañero antes, claro. Porque la gente que entra nueva sigue siendo una completa desconocida durante mucho tiempo y pronto los ves de aquí para allá voceando con el manos libres.

Eso sí, cuidadín con lo que dices, porque todo se graba, según aceptamos en el contrato. Se hace para que los de “arriba” detecten posibles fallos y sugieran “arreglos” convenientes. A estas alturas, en el concurso de “Gran Hermano” me sentiría como pez en el agua.

En un momento dado, podemos coincidir en un pasillo dos o tres locos parlantes, braceando y hablándole al aire como psicóticos. Aprovechas así para pegarles un vistazo a las niñas del departamento de al lado, haciéndote el interesante (o eso piensas) Nunca olvidaré cuando un compañero, muy gesticulante el, le atizó sin querer un guantazo a una administrativa que pasaba, jeje.

Y es al terminar la jornada cuando de verdad te das cuenta de que al lado tuyo habían personas. Sus caras y la expresión que ponen te lo dicen todo. Sobre como les ha ido hablando con esos espíritus lejanos a través de auriculares y pantallas. Raramente ves una expresión completamente feliz y relajada. Llevan metidos en sus cabezas problemas y hechizos que los mantendrán en vela y que cada vez son más difíciles de contar.

Eso sí, el manos libres siempre se manda a la mierda (con perdón)

Saludos. Fuera de la nube, claro.

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