«La mujer del César no solo debe ser honrada, sino además parecerlo», fue la frase que según cuenta Plutarco, pronunció Julio Cesar como excusa para divorciarse de Pompeya Sila por el hecho de haber acudido a una orgia (las Saturnalias, fiesta tradicional romana) aunque esta se excusaba diciendo que únicamente había sido como espectadora.
Lo bien cierto es que pese a que no se ha comprobado que el dinero haya salido de las arcas públicas (a diferencia de los casos formación, ERE, EDU,… de Andalucía que parece que no estén pasando factura al PSOE) el caso Gurtel y en especial su derivación, el caso Barcenas, está siendo un iceberg en la línea de flotación del PP.
Y es que en política no basta con la inocencia o culpabilidad judicial. Si algo tienen los casos del PSOE y de otros partidos de la izquierda, es que ningún líder activo ha sido salpicado, o en su caso ha tenido la astucia y habilidad de dar un paso atrás y seguir controlando todo desde la sombra. Y por supuesto siempre han tenido el recurso de insinuar que no era para ellos sino para «la causa». Sin embargo, en el caso del PP, y más concretamente de Mariano Rajoy, lo que hemos conocido de los casos de corrupción que les afectan, incluso en aquellas partes que no son estrictamente ilegales, pero que metidos en una crisis económica brutal, como la que nos fue metiendo el negado equipo de José Luis Rodriguez Zapatero, causan estupor, envidia o vergüenza al resto de españoles ver como (sin entrar siquiera en el origen de los fondos) el presidente del gobierno y presidente del PP junto con otros altos cargos se beneficiaron de sobresueldos pagados por el partido como compensaciones al puesto oficial de diputado o incluso ministro.
Y es que sin entrar en la legalidad o ilicitud de los mismos y pareciendo por una parte que a otras formaciones sus corrupciones, que nos han costado dinero a todos (a fin de cuentas los fondos de los que se han nutrido los ERE, los falsos cursos de formación, los pagos por facturas falsa que realizaba la empresa Mercasevilla,… etc., salieron de nuestros impuestos, es decir de nuestros bolsillos), no parecen pasarle factura ya que ninguna persona relevante se benefició de ellas (al menos que se sepa) directamente, dando la impresión de que los fondos para el partido no van a nadie, lo mismo que cierta relevante socialista manifestó que «el dinero público no era de nadie», sin embargo, la mala imagen obtenida por el PP y por sus dirigentes son los efectos colaterales de los casos Gurtel y Barcenas, incluso desdeñando la parte de ilicitud que pueda haber en ellos y en el origen de los fondos, el conocimiento de que muy destacados líderes se han beneficiado personal y directamente… ha levantado al envidia de muchos, las críticas de otros y una desidia y una desafección masiva de los seguidores.
Esto, unido al estilo de dirección personalista del PP, hace que por mucho que algunos puedan abandonar el barco como lo hizo en su momento Ruiz-Gallardon, Ana Mato, Wert… o como lo han hecho muchos de los líderes autonómicos tras la debacle electoral autonómica (o han anunciado dejando de manifiesto que no les dejan irse, por ahora) excusando algunos en su edad, otras en imposiciones internas del partido, en acuerdos de gobernabilidad con otras formaciones (incluso no estando imputados) o simplemente dejando caer la posibilidad de abandono del partido… como ratas que abandonan un Titanic al cual, paradójicamente, solo hay una forma de salvarlo y es el abandono del mismo por el capitán y la tripulación dejando que los grumetes que estén limpios de toda tacha y macula y a los que se pueda aplicar la frase que comienza este artículo tomen el mando.
Posiblemente, confiados en la fortaleza e “insumergibilidad” de su partido no lo hagan y posiblemente algunos de la actual dirección o del gobierno hagan como el telegrafista que, enfadado por no poder enviar mensajes irrelevantes de los clientes ricos echó la bronca al barco pesquero que usaba el telégrafo para avisar de los iceberg, y se dediquen a acusar de rojos o fachas a todo aquel que les pone sus vergüenzas en público, pero como el niño del cuento del traje del emperador, la verdad es la verdad, por incomoda que esta sea: con el actual líder y la actual dirección solo les queda una dirección y es seguir el rumbo del Titanic.
De él, de ese mastodonte gigantesco solo quedaron algunas lanchas y muchos muertos, ahora en política posiblemente quede un resto, aún habrá alguno que ante el peligro bolivariano, disfraz actual del comunismo de casta más rancio que ya fracasó en Rusia, les siga apoyando pero la gran mayoría asqueado por una conducta públicamente reprochable acabará dándoles de lado, dejándolos languidecer y abandonado sus obligaciones democráticas para pasar a engrosar las listas de la abstención o buscando alternativas que pueden ir desde un Ciudadanos socialdemócrata a los que votar con el bolsillo vacío (o si no ellos ya se encargaran de vaciarlo) a cualquiera de las múltiples opciones regionales o regionalistas que renacen, o partidos como Unidad de Centro, Esperanza Ciudadana o nuestro Derecho Ciudadano a Decidir que nacen de la ilusión y el deseo de hacer las cosas de otra manera y mejor dentro del ideario liberal.