Sobre todo, lo que predispone a la enfermedad son los traumatismos articulares ligados al deporte.
Los deportes que someten a las articulaciones a presiones y torsiones fuertes, como, por ejemplo, el esquí, pueden favorecer la artrosis de rodilla o la de cadera.
Otros deportes como el running o el fútbol, pueden favorecer la artrosis sólo si se practica de forma muy intensa, en competición y durante muchos años.
Es muy importante hacer deporte durante toda la vida, y la artrosis no debe impedirlo. Lo esencial es adaptar la intensidad y la duración del esfuerzo a la edad de las articulaciones.