En otro post recogíamos una viñeta periodística (vía @yoriento) en la que aparecían en escena conversando un cepillo de dientes con un rollo de papel higiénico. El primero le dice:
– Tengo el peor trabajo del mundo.Inmediatamente el segundo contesta:– Sí, que te lo has creído.Un día Alvaro Mangino y José Luis Inciarte, supervivientes del accidente aéreo de la Cordillera de Los Andes (1972) que dio lugar a la película ¡Viven!, nos decían en Executive Excellence: “La primera experiencia que aprendí de aquella tragedia es que en la vida uno siempre puede estar peor, por eso hay que ser agradecido con lo que se tiene (…). Se puede vivir con tan poco que me llama la atención que vayamos por la vida diciendo: ¡Qué poco tenemos y cuánto nos falta! En realidad, si nos fijamos, lo que tenemos es muchísimo. Nos sobra”....Lo decía Shakespeare: "Sufrimos mucho por lo poco que nos falta y disfrutamos muy poco de lo mucho que tenemos". El problema (paradojas de la vida) es que habitualmente la valoración de algo se produce desde su ausencia, cuando se pierde uno empieza a apreciar lo más insignificante: ¿Qué piensa cuando un día por la mañana le cortan el agua y no puede ducharse? Algo sin importancia aparente (el agua) se convierte en un bien tremendamente añorado...
Dejo el vídeo Get service: