Scotland Yard, la policía metropolitana de Londres, busca afanosamente a Tinky Winky como presunto autor de una matanza en un Burger King de Fulham. Los testigos aseguran que aproximadamente a las 18:40 de ayer lunes (si es que hoy es martes), un tipo grandote, regordete, morado, con cara de tonto, una especie de antena en la cabeza y algo parecido a una pantalla en la barriga, entró en el famoso establecimiento y comenzó a disparar ráfagas con sendas metralletas. El trágico resultado: diez muertos, cuatro heridos graves y numerosos heridos leves, además de una embarazada que sufrió un parto prematuro y cuyo hijo, según un psicólogo que se hallaba allí comiendo unos aritos de cebolla, “ya nunca podrá ver los Teletubbies sin sufrir un shock cerebral”.
Claire Toast, encargada del local, asegura que el teletubby entró “tó tranquilo, tan normal”. Decía “hola, hola” y luego “se acercó al mostrador y pidó unas tubbipapillas, pero se nos habían acabado. Su color morado se hacía más oscuro, y la tele de la tripa se encendía y apagaba sola, aunque solo transmitía como nieve”. Tinky optó entonces por ordenar una tubbitostadas, pero tampoco había. “Se puso muy, muy nervioso y empezó a repetir cagontó, cagontó, cagontó como una cantinela absurda a la par que pegadiza”. Pero la gota que colmó el vaso parece ser el insulto que le dirigió un cliente polaco, aburrido de hacer cola detrás de él: “¡Venga ya, TeleGay!”, le gritó.
“Entonces fue cuando Tinky Winky sacó las armas y empezó a disparar como un loco”, termina, entre sollozos, la señorita Toast.
Ahora, mientras el que presuntamente es jefe de la pandilla de los Teletubbies continúa en paradero desconocido, la BBC se plantea si continuar con el programa o cancelarlo de la parrilla. “O por lo menos”, comenta un amigo de la Jefa de Programas, “buscarnos unos protagonistas que no se desayunen todos los días con pastillas de colores”.