Seamos francos, Tirana no es una ciudad bonita. Habrá gente que incluso dirá que es una urbe fea.
Personalmente no estoy de acuerdo con esa afirmación, la belleza no solo se mide en edificios majestuosos o en la sugerente arqueología, quizás una parte importante sí, pero hay muchos otros atractivos por los que merece muchísimo la pena visitar la capital de Albania.
A modo de pequeña introducción diremos que Albania es un país balcánico bañado por las aguas de los mares Adriático y Jónico, que no forma parte de la UE aunque lo intenta. Tiene una población de poco más de tres millones de habitantes y tiene la peculiaridad de poseer una de las mayores comunidades viviendo fuera de sus fronteras. Su capital es Tirana, en el norte del país, con una población cercana a los 700.000 habitantes.
Bien, ¿Ya nos hemos ubicado? Genial, continuemos.
Volvamos al principio, mi visita a Albania fue justo después de las vacaciones de navidad. Cuando estaba pasando el control de inmigración en el aeropuerto, una señora policía con cara de pocos amigos ojeó mi pasaporte con interés y me clavó su mirada penetrante a la pregunta de " ¿Motivo del viaje? ". Cuando me apresuré a explicar que turismo, su cara se volvió más seria y bajó el pasaporte hasta casi dejarlo caer. ¿Acaso no me creía? Estuvo así lo que me pareció una eternidad hasta que negó levemente y me devolvió el pasaporte haciéndome un gesto para que continuara.
Cuento esta pequeña anécdota para que lector se haga a la idea del poco turismo que había en esos días en la ciudad. Tan escaso que a la buena mujer de inmigración le costó creer -si es que lo hizo- que un españolito perdido se cayera por allí en aquellas fechas sin otro motivo que el del simple placer de conocer su ciudad. Y es que si algo conserva Tirana es ese aire de ciudad desconocida, misteriosa, escurridiza y alejada de los grandes circuitos y turismo de masas. Y ese es uno de sus grandes atractivos.
La ciudad es para descubrirla andando mientras te tropiezas con un caos urbanístico carente de sentido y maravilloso, al mismo tiempo, si nos despojamos de los complejos y sabemos disfrutarlo.
Podemos encontrar mercados callejeros y a la vez modernos centros comerciales, hay un poco de todo, pero no esperes encontrar miles de tiendas de souvenirs, eso aún no ha llegado a Tirana -por suerte, aunque ellos, lógicamente, no opinan igual que yo, deseosos de turistas que les den posibilidades de negocio-. Otra de las cosas que la hace especial es escuchar, mientras caminas o tomas algo, la llamada al rezo del muecín en alguna de las mezquitas repartidas por toda la ciudad.
No olvidemos que la religión mayoritaria en Albania es el islam. Sí, amigos, en Europa también hay países con mayoría musulmana -lo cual puede llamar la atención de algunos, a mi juicio no hace otra cosa que darle más encanto- como pasa en otros países de los Balcanes, herencia de su pasado otomano.
Los puntos fuertes de la visita a la ciudad comienzan en su descomunal Plaza Skanderbeg, donde una estatua ecuestre del héroe del mismo nombre -el Alejandro Magno de los albaneses dicen allí- se yergue orgullosa. La plaza en sí es el centro neurálgico de la ciudad, pues está rodeada por el Museo de Historia Nacional -que no me dio tiempo a visitar-, el Banco Nacional, el Palacio de la Cultura con la Opera, la pequeña y antigua Mezquita Ethem Bey, la Torre del Reloj -cuyas vistas tengo mis dudas que compensen la subida- y el Hotel Tirana Internacional, en el que me alojé, de estilo soviético, y aunque reformado y correcto, algo casposo. Las vistas desde la habitación dudo que puedan superarse desde ningún otro punto de la ciudad: otra ventaja de viajar completamente fuera de temporada. Era gracioso cada vez que salía o entraba al hotel como las recepcionistas me observaban, sonreían y podía leer en su mirada la pregunta de qué demonios estaría haciendo allí en aquellas fechas tan insustanciales. No creo que hubiera más de diez habitaciones ocupadas en el gigantesco y sobrio alojamiento.
En los alrededores de la plaza me llamó la atención la cantidad de edificios de gran altura -no se si llamarlos rascacielos- que estaban en construcción, modernos, de estilo y gusto dudoso pero que amenazan con dominar el centro de Tirana en pocos años.
Muy cerca de allí se encuentra el Bunk´Art 2 -el 1 dicen que es más interesante aún, pero está muy a las afueras de la ciudad- para mi uno de los lugares más interesantes de la ciudad. Es, como su nombre indica, uno de los miles de búnkeres, una suerte de laberinto de túneles subterráneos, que el dictador Hoxha mandó construir a lo largo de su delirante mandato obsesionado con un ataque nuclear. A través de sus pasillos veremos una exposición de todo lo que se vivió en aquellos tiempos aciagos: habitaciones de interrogatorios, cárceles, zonas de descontaminación nuclear, los cómodos aposentos del Ministro del Interior y mucha información sobre escuchas, paranoia, ejecuciones y un largo etcétera de barbaridades que solo podréis entender visitando el lugar.
Otro de los puntos fuertes de capital, y grata sorpresa, fue la cantidad de bares y restaurantes repartidos por la ciudad. ¡Me sentía como en casa! Los hay de todo tipo, modernos y seductores, bares más populares, coquetos cafés...encontrar un lugar para sentarte a tomar algo no será un problema en Tirana. La hostelería destaca, al igual que su gastronomía, de gran calidad y variedad, mención especial a las carnes y su gusto por el queso en miles de formas y sabores.
Si queréis un barrio trendy para pasear, comer o tomar algo, no dudéis en dejaros caer por el barrio de moda, Blloku, donde tenían su residencia los gobernantes comunistas. Con la llegada de la democracia, los habitantes de Tirana descubrieron sus calles y mansiones de una belleza considerable, esa que tan ajena les era en el resto de la ciudad.
Lo cierto es que, por desgracia, para muchos, el nombre de Albania sigue guardando una mala fama que seguro irá desapareciendo con el tiempo. Eso sí, yo les puedo asegurar que, al menos para el turista, es un lugar absolutamente seguro, puede que mucho más que la gran ciudad de Europa occidental en la que usted vive ahora mismo.
No se lo pierdan, por que no va a durar mucho. Tirana es una ciudad que está creciendo, una capital en plena construcción, tanto físicamente como en su identidad.
Albania lo tiene todo para ser la próxima Croacia, tiene lugares Patrimonio de la Humanidad, buenas playas, comida exquisita, gente acogedora y unos precios imbatibles. Solo tienen que dejarla volar.
¿Quién da más?
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