Revista Sociedad

Tiranía militar o tiranía religioso. He ahí el dilema.

Publicado el 05 julio 2013 por Bloggermam

La-plaza-Tahrir-de-El-CairoEl golpe de estado en Egipto, además de encerrar una tragedia profunda en la que han muerto muchas personas -y más que probablemente fallecerán, víctimas de una la estupidez propia o ajena-, encierra un profundo dilema. ¿Qué es menos malo, una tiranía militar o una tiranía religiosa?

A simple vista muchos justifican que los militares hayan tomado el poder para desalojar de él a los Hermanos Musulmanes que pretendían que todo el país fuera gobernado por la ley islámica.

No toda ley por el mero hecho de estar escrita es intrínsecamente buena o mala. Y no me refiero al Corán, que cada uno tiene sus gustos en cuestión de literatura. Se trata de algo genérico. Hay que tener en cuenta que como texto religioso tiene todo el valor que sus acólitos quieran darle. Sin embargo como texto legal aparentemente es demasiado antiguo (no se contemplan ni los delitos cibernéticos, ni los derechos de imagen de los futbolistas…) y alejado de la realidad actual, transcurra ésta en el continente que sea. No puedo concebir que se tratara de gobernar un país utilizando La Biblia, sería algo completamente surrealista, por mucho que traten de conseguirlo poderosos grupos de iluminados carentes de sentido común.

Pero gobernar un país siguiendo un manual militar en lugar de uno religioso no es mejor. Un régimen militar es muy similar a un régimen teocrático.  Se conculcan las libertades individuales y los derechos humanos. Se borra todo atisbo de raciocinio y se persigue inmisericordemente a cualquiera que tenga una opinión diferente del que gobierna. La única diferencia está en que los castigos se infringen en nombre de la patria, en lugar de en nombre de dios.

Quizás en Egipto más que un problema entre un modelo de estado militar o teocrático, lo que subyace es un problema de faranoismo como le pasó a Mubarak:  todos los que prueban el sillón presidencial son contagiado con el virus de los faraones y una vez que prueban las delicias del trono milenario de Egipto comienzan a hacer de su capa un sayo, olvidan para que fueron puestos en él, y hacen todo lo contrario de lo que habían prometido hacer. Algo similar a lo de Rajoy pero con mucho más estilo.

Entregar el poder a los militares es muy arriesgado, ya que por un lado existe el riesgo de que incumplan la hoja de ruta por la cual van a devolver la soberanía y las libertades a los egipcios; y por otro lado, aunque devuelvan el poder, el que resulte elegido tendrá en su nuca el intangible frío de un fusil de asalto dispuesto a disparar en caso de que no satisfaga las expectativas del ejército.

Dejar el poder en manos de los Hermanos Musulmanes y su tendencia a la eternidad, sólo puede acabar con Egipto convertido en otro Irán. Algo que no le conviene a la OTAN por la cercanía de El Cairo con París o Londres. A pesar de que se supone que eso es lo que ha votado el pueblo egipcio.

Cuando las cosas se calmen en todos los países con predominio musulmán deberían fijarse más en países occidentales como  España o Estados Unidos, que tienen gobiernos democráticos independientes que actúan para satisfacer los intereses los poderosos grupos religiosos y militares de toda la vida.

O quizás los egipcios nos sorprendan y rescaten la momia de Ramsés II para que gobierne a la antigua usanza, unificando el poder militar y religioso en una misma y eterna imagen.

El quid de la cuestión está en la palabra tiranía. Ninguna tiranía es deseable, ni buena, ni útil, ni justificable. Ya basta de salvadores del pueblo, usen el argumento divino o mundano que sea. Dejen a la gente vivir y trabajen para que la vida de los más humildes mejore y dejen de pensar en llenar el estómago de los que ya tienen dinero de sobra. Basta ya de tiranas sabandijas que chupan la sangre de los que menos tienen.

De todos modos si hay que gobernar algo con un texto que carezca de sentido común yo propongo que se utilice Alicia en el País de las Maravillas, o Las mil y una noches, que también tienen el sentido de la realidad subvertido, pero por lo menos son más agradables de leer que un manual de guerra, ya sea civil o santa.

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