En esas me encontraba yo un martes cualquiera, a tan sólo un metro de lo que siempre había deseado y por si no tenía bastante con sentirme un estúpido, también andaba completamente paralizado ante esa mirada. Permanecía clavado en esos ojos que con su brillo pedían a gritos ser rescatados, mientras yo no sabía muy bien ni qué hacer ni qué decir.
Lo cierto es que la historia está aún por escribirse, pero no menos cierto es que aquel era uno de esos momentos con los que la vida te sorprende tan sólo muy de vez en cuando. Uno de esos que rara vez se experimenta y por el que sin duda merecía la pena apostar alto, hacer un all-in, lanzar un órdago y tirarse a la piscina. Si había que arriesgar ese era el momento y ese era el lugar. Y yo quería arriesgarAsí que mientras me acicalo para mi momento, te confieso que al final las mejores cosas y por desgracia también las peores son aquellas que suceden a la hora de la siesta de un martes cualquiera. Y que como dijo John Lennon, la vida es aquello que nos sucede mientras nosotros nos empeñamos en hacer otros planes.Revista Espiritualidad
Dicen que aunque uno no sepa lo que está buscando, cuando lo que quieres se cruza en tu camino lo sabes reconocer al instante. Que tú mismo te das cuenta de que estás en el momento y en el lugar oportuno. Lo que no te dicen es lo estúpido que te sientes al haber desperdiciado tanto tiempo sin darte cuenta.