Ya se me ha vuelto a caer. Ahí la veo, a mis pies.
Me pasa cada mañana y empieza a ser crónico.
Me despierto más o menos contenta ( eso depende del número de horas que he dormido y la calidad de esas horas), me preparo con un café con leche increíble que me espabila con el aroma y abro la puerta de casa para dirigirme al buzón.
Si todo ha ido bien (últimamente, los del reparto van un poco locos) tengo la prensa matinal, calentita o fresquita (depende de la estación). Mientras realizo todo este proceso matinal, aún no se me ha caído…
Me siento en la mesa de la cocina.. El olor a papel y tinta me reconforta…Si analizo la secuencia de acciones, puedo constatar que aún no se me ha caído.
Entonces, llega el momento. Me detengo en la portada .
Ya me está bajando hacia el estómago cuando llego a la sección de Internacional. Las fotos de unos niños . Guerra. Guerras. Un bombardeo. Escudos humanos. Niños. Niños.
Siento como se desliza por mis piernas y llega a mis pies .
Siento que se me escapa…
Hace ese ¡Plof! atenuado y la veo.
Ahora mismo, no tengo alma. Se me ha caído a los pies…
Me agacho y la recojo.
Debo recordar comprar más tiritas aunque sé que no sirven de nada. Somos muchos , la mayoría, a los que se nos ha caído el alma a los pies pero parece que no nos ven. O no nos quieren ver.
Mientras tanto, la empresa que vende las tiritas se está haciendo de oro…