Revista Cultura y Ocio

Titulares agradables

Publicado el 06 junio 2013 por Lourdesms

[Esta entrada puedes leerla seleccionando la pista "Claudia´s theme"
en el reproductor de la parte inferior]
Sabía que tarde o temprano acabaría pasando; esto del desengaño, quiero decir. Yo ya tenía una edad, ya iba siendo hora...La conocí en mi trabajo, pero no era compañera, no, era mi clienta. Yo regentaba un kiosco y ella comenzó a venir cada domingo a comprar el diario. Todas las semanas compraba uno diferente. Examinaba con atención las portadas de todos los periódicos y cogía el que se anunciaba con el titular más agradable.Como decía ella, había días en los que no se podía comprar el periódico a causa de tanto suceso desagradable y cuando ese día llegaba se llevaba un ejemplar de Pleiades, Manuscrits, Mente y cerebro, etc… yo le daba el cambio procurando rozar sutilmente su delicada mano sin atreverme a mirarla a los ojos.Recuerdo el primer día que la vi, era el día cinco de octubre del dos mil doce. Ella llegó con su brisa refrescante, educada, tímida, reservada. Yo no me quedo atrás: soy educado, tímido, reservado, tembloroso y para colmo tartamudo.Cada domingo, nada más llegar, me saludaba y me hacía la misma pregunta: ¿Algún titular agradable hoy, Genaro?” Mi nombre sonaba tan dulce pronunciado por ella… Yo tartamudeaba y le contestaba con un monosílabo torpe, al cual ella respondía sonriendo. Así, todos los domingos, uno tras otro desde aquel cinco de octubre del dos mil doce.Todas las semanas esperaba impaciente la llegada del domingo sólo para verla, sólo para decirle, después de mucho pensar, un torpe monosílabo.Mi mejor amigo Joaquín, me llamaba desde Suecia todos los domingos por la noche para preguntarme por mis “avances” en ese campo. Me decía que estaba loco y que debería declararme, preguntarle su nombre y su teléfono de una vez por todas, y no perder la oportunidad. Para él era fácil decirlo ya que tenía una novia estupenda, al parecer, con la que mantenía una firme relación a distancia y con la que iba a casarse en breve; y además él no era tartamudo, ni lo es a día de hoy...
¡Qué efímera la emoción que experimentaba durante días!, pues se veía satisfecha en tres minutos y volvía a empezar ipsofactamente para prolongarse durante toda la semana y así mes tras mes.
Un domingo en concreto la recuerdo acercarse al kiosco con un brillo especial en la mirada, iba distraída. Se llevó un ejemplar de Mi casa, y se fue sin hacerme la ansiada pregunta que llevaba esperando toda la semana.
Al domingo siguiente no apareció. Esperé impaciente durante todo el día y mi esperanza se apagaba cada vez más a medida que se acercaba la hora de cerrar. Cuando esto sucedió, volví a casa melancólico e insatisfecho. Recogí la correspondencia que abarrotaba mi buzón y repasé con la vista el remite de todos los sobres como si quisiera encontrarme dos cosas: o una buena noticia que me sacara del abatimiento del día o una carta desconocida en la que “ella” me confesaba el amor que sentía por mí y el miedo a no ser correspondida, lo cual le había hecho cambiarse de kiosco y no haber acudido hoy a nuestra cita de los domingos.Sea como fuere, mis expectativas se vieron cumplidas cuando encontré entre facturas y facturas la invitación de boda de mi amigo Joaquín y su novia Ana, ¡ésta era la esperada buena noticia!Sonreí complacido. La invitación era muy original pues estaba decorada con recortes de revistas y periódicos. Saqué la tarjeta del sobre pensando en mi próximo viaje a Suecia:“Hola don Juan: Ana y yo estaremos encantados de contar contigo en nuestra boda que se celebrará el día tal…, hora tal…, lugar tal… Te llamo el domingo próximo para ultimar los preparativos y, por supuesto para saber como van los “avances”, granuja. J.P.D.: Ana tiene muchísimas ganas de conocerte.”
En el reverso había una foto de la pareja en la cual figuraban sonrientes y enamorados: Mi amigo Joaquín y la mujer a la que esperaba cada domingo en mi kiosco… era ella, no cabía duda. Confuso, comencé a inspeccionar la invitación y me percaté de que los recortes de periódico que decoraban la tarjeta, eran los titulares que ella recortaba de los ejemplares que yo le vendía.
¡Qué efímera la ilusión! Qué intensa emoción la que te hace sentir, para luego desvanecerse entre la niebla sin a penas despedirse.Derritiéndose para siempre como una estatua de hielo.
TITULARES AGRADABLES

Volver a la Portada de Logo Paperblog