-"No dejes que la realidad te estropee un buen titular" | Randolph Hearst-
Titulitis: dícese de la dolencia que acarrea una inflamación del titular en todo tipo de informaciones, causada principalmente por la excesiva manipulación o exageración de su autor.
Esa podría ser la definición (alternativa a la de la RAE, que hace referencia a la excesiva querencia por los títulos universitarios) de lo que un servidor denomina ‘titulitis’, un mal que se está extendiendo en el periodismo actual. Y se trata de esa vuelta de tuerca extra que damos los periodistas a nuestros titulares con el único objetivo de enganchar y llamar la atención de un lector perdido en una más que evidente sobreabundancia de información. En la mayoría de las ocasiones, esta dramatización hace que la lectura del resto del texto defraude a quien se acerca a él, puesto que no tiene nada que ver con el señuelo que se le ha colocado delante de sus narices.
Es cierto que en una era en la que el tiempo para leer periódicos mengua cada vez más es necesario cuidar hasta el último detalle de una información para que resulte atractiva ante un apresurado lector. Sin embargo, no nos podemos pasar de frenada. Hay profesionales que tienen su titular en la cabeza, antes incluso de gestionar la información, por lo que se niegan a cambiar el enfoque o las palabras, a pesar de que la realidad (o el propio contenido escrito por él mismo) lo contradiga.
Ésta no debe ser la vía elegida por los trabajadores de los medios (fundamentalmente, los periódicos) para ofrecer el valor añadido que se nos exige. No sólo no es justo para la persona que se acerca para buscar información objetiva y honesta, sino que puede suponer pan para hoy y hambre para mañana. Porque podrá reportar un ‘clic’ a la noticia en la web o una lectura rápida en el papel, pero defraudará a la larga a tus seguidores y te hará perder toda la credibilidad.
Al margen del poder de las nuevas tecnologías para ofrecer un valor añadido decisivo hoy, está claro que un titular no tiene por qué ser engañoso para ser atractivo. Sólo estamos obligados a encontrar, a diario, esa fórmula.
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Algunos ejemplos de esta 'titulitis aguda' en el artículo de Milagros Pérez, Defensora del Lector de El País, aunque ella trate de envolverlo en un enredo con el lenuaje.