Revista Cine
Cuando nace una película (como cuando nace una persona), sus padres le dan un nombre y este nombre es parte indivisible de la identidad de la historia que nos va a ser contada.
Cuando esta película empieza su viaje por el mundo, con un poco de suerte (o de pasta), cruzará fronteras territoriales ….y culturales donde va a ser víctima de dos fenómenos que personalmente califico de aberraciones, la segunda casi exclusivamente reservada al arte cinematográfico.
La primera aberración es que su nombre sea traducido literalmente en el idioma del país donde está proyectada. Por ejemplo “The Birds” (1963) de Sir Alfred Hitchcock, película imprescindible de los sesentas, ha sido simplemente traducida en castellano “Los Pájaros” (palabra que nunca he conseguido pronunciar correctamente) y en Francia (el país donde crecí) “Les Oiseaux”. Personalmente, preferiría que se guardará siempre el nombre original de las películas en los carteles y que se añadiera entre paréntesis su traducción en el idioma necesario. Pero diremos que la transposición de las palabras en otro idioma es lo 'mejor' que le puede pasar al título de una cinta.
La segunda aberración es una de las peores cosas que le puede pasar a una película (y que casi no pasa con los libros y nunca con la pintura o la música): es que cuando cruza ciertas fronteras cae en manos de (ir)responsables que claramente no son amantes del séptimo arte y que deciden destruir y eliminar su identidad, sumando su nombre a la larga lista de películas víctimas de una cierta forma de terrorismo cultural.
Para ilustrar este propósito (y la rabia que la acompaña), hablaremos de lo que pasó a una película americana cuando se estrenó en España y en Francia (y no sabría decir donde ha sido peor para ella).
Herbert Ross dirigió 'Play it again, Sam!' (1972), adaptación de la obra de teatro escrita e interpretada por Woody Allen, y declaración de amor a uno de los grandes clásicos de la historia del cinema, 'Casablanca' de Michael Curtiz (1942).
'Casablanca' es una obra inolvidable y dos elementos quedan grabados para siempre en nuestra memoria: su escena final y su tema musical “As time goes by”. Cuando Rick (Humphrey Bogart) y Ilsa (Ingrid Bergman) se conocen en París, Sam (Dooley Wilson), pianista y fiel amigo de Rick, toca sin parar la canción compuesta por Herman Hupfeld. Tiempo después, cuando Ilsa se encuentra de nuevo con Sam en Casablanca, le pide tocar la canción que le trae tantos recuerdos del tiempo en la capital francesa ocupada por los Nazis y le dice: “Play it Sam, Play As Time Goes By”.
http://www.youtube.com/watch?v=Wo2Lof_5dy4
La obra de Woody Allen & Herbert Ross está llena de guiños y homenajes a la película de Curtiz y gran parte de su esencia está en su título. Trágicamente, en España su nombre fue cambiado por 'Sueños de un seductor' y en Francia 'Tombe les filles et tais toi' (que se podría traducir por 'Ligate chicas y callate'). Olé !
La elección del título de una película es el fruto de un proceso creativo de sus autores y nadie debería tener derecho a sustituirlo por otro. Ignorar el nombre de nacimiento de una creación artística es simplemente quitarle una parte de su esencia y de su alma.