Siguiendo con el propósito de conocer más sobre este trastorno vamos a continuar explicando información que es importante en este caso y que nos puede ser útil para comprender más a las personas que sufren este tipo de pensamientos y compulsiones.
El origen del TOC lo podemos considerar lo que se denomina la situación disparadora. Dicha situación se corresponde con la parte de la realidad que hace que aparezca el malestar. Tenemos que tener en cuenta que las obsesiones no aparecen de la nada, se asocian a distintos temores, de tal forma que cuando la persona entra en contacto con una de esas situaciones, en su mente aparece la obsesión, de manera prácticamente automática. Las situaciones donde median procesos automatizados en nuestra vida diaria son muy propensas a dar lugar a estas obsesiones, por ejemplo, si hemos cerrado o no la puerta de casa, el apagar la vitrocerámica o cerrar los grifos. En otras ocasiones las situaciones son más complicadas, pueden ser sensaciones corporales o pensamientos, como por ejemplo que una persona esté haciendo algo y de pronto recuerde si ha realizado correctamente una de las tareas de su trabajo. En casos extremos las personas podemos llegar a asociar las obsesiones con pensamientos hasta el punto de tener la sensación de estar constantemente pensando en términos obsesivos, lo que genera unos niveles de ansiedad excesivamente elevados.
Otro elemento que favorece las obsesiones es la constante autoevaluación a las que estas personas se someten a sí mismas, es decir levantarse por la mañana y comprobar si ese pensamiento sigue en nuestra cabeza. O descubrirse uno a sí mismo no pensando en la obsesión, sorprenderse por ello, y de nuevo, automáticamente aparece la obsesión.
El segundo elemento que tenemos que considerar es la propia obsesión, que viene motivada y es generada por la propia situación disparadora, de forma involuntaria y automática. La persona no elige tener ese pensamiento, aparece en contra de su voluntad e intenta resistirse o eliminarlo. Además, es capaz de apreciar que aparece en su mente y que no puede ser razonado de forma voluntaria. Esto puede desencadenar un segundo pensamiento, que procede de la racionalidad, y es una evaluación de la obsesión, sobre su contenido. Esta evaluación va a generar una emoción determinada, que va a influir en las futuras presentaciones de la obsesión.
Volvemos a recalcar en este punto la situación de ansiedad generalizada que viven estas personas de manera muy constante, por lo que el sufrimiento está inevitablemente asociado a ellos.
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