Revista Cine

Tocado por los dioses.

Publicado el 01 diciembre 2011 por Francissco

Salvando la vida Tocado por los dioses.

Según dicen, si salvas la vida es porque los dioses desean alguna buena obra por tu parte y en mi caso me salvé esta semana, con lo que llevo ya a cuestas un encargo divino, ay, señor, señor.

¿Pero donde empezó todo?  ¿En una peluquería quizá? Notaba yo estos días -y con razón- que pasar el peine por el matorral en que se convierte mi cabello cuando no lo corto era una tarea ímproba.  Ahí lo tenía, encrespado y borde como el solo. Se imponía, por tanto, llegarse a la peluquería en una rápida acción de comando. La rapidez, no obstante, no impidió que pillara delante mío a dos abuelitas, ays. Para cuando me llegó el turno y finalizaron conmigo yo estaba casi de los nervios, de tanto estar sentado y aguardar y aguardar y aguardar…

No es de extrañar que por tanto, al salir del local y comprobar que la antes pertinaz lluvia parecía remitir, mi cuerpo demandara ejercicio y deporte casi con auténtico dolor.

En esos momentos de ansia de oxígeno se apodera de mi persona cierto estado de trance, muy parecido a funcionar con un piloto automático. Recuerdo vagamente entrar en casa, ponerme el chándal y acoplarme el brazalete donde pongo el MP3. Y nunca folla, digo nunca falla. En efecto, cuando me coloco los auriculares y suena mi músiquita preferida ni siquiera necesito pensar, lo cual y teniendo en cuenta el grado en que lo hacía antes no deja de ser grave.

Me da igual con quien me cruce por las escaleras, porque poseo un mecanismo en el cuello que inclina la cabeza por mí. La excitación que produce la música transforma la calle, cuando salgo, en mi propia pista particular.  Y -para rematar- el ritmo inconsciente con que pillo el paso de carrera hace que lo vea todo con efecto de túnel, al estilo de un toro que embiste.

He desarrollado -para compensar lo anterior-  cierta capacidad de visión periférica, muy útil para esquivar bicicletas y peatones gilipollas, incapaces estos de apreciar las necesidades de espacio de un héroe urbano moderno. Sé que gracias a mi esfuerzo le saldré más económico al sistema nacional de salud, al menos en el tema cardiovascular. A pesar de ello, no es raro ir esquivando a los típicos caminantes/bulto, de andar plomizo y aborregado, dioss bendito…

Mi escenario olímpico, el lugar donde realizo mis gestas, resulta ser el cauce del río Turia, transformado en un larguísimo parque urbano. Los héroes sabemos que es un lugar duro, sobre todo a ciertas horas de la tarde. Cuando la oscuridad nocturna empieza a caer se vuelve más complicado esquivar a los numerosos asesinos en bicicleta que andan sueltos. Si yo soy Aquiles, el de los pies ligeros, ellos son los Centauros psicópatas que deambulan por el Campo de Marte.

El hecho de que tengan marcadas sus sendas no impide que invadan las de los corredores. A pesar de ello, las veces que me han molestado no han podido evitar que les lanzara mis rayos de odio a través de los ojos. Podrá parecer excesivo y cruel, pero estoy seguro que después de ello sufrirán el accidente que les he deseado mentalmente.

Mi percepción espacial (y el google maps, claro) me ha permitido calcular un destino a dos kilómetros y dar la vuelta cuando lo alcanzo, con lo cual corro los cuatro que me exijo. Creo que es una buena cifra y me siento muy cómodo con la misma, felicitándome por ello cuando ya voy finalizando, nadando en sudor y transpiración.

El gozo me inunda en esos instantes, ay, amigos. La borrachera aeróbica me lleva como drogado y llega un momento en que casi no notas el esfuerzo. Has llegado a la meseta, a tu Shangri-lah fisiológico: millones de hormonas felices te dan coba por todo el cuerpo cantándote como el campeón que eres, mientras esquivas a otros patanes más lentos que tú, jajaja.

Pero esta vez, ya de vuelta a casa y cruzando sin mirar bien, escuché un chirrido, un frenazo dado por un gigantesco 4×4. Mira que la gente era feliz y vivía segura cuando solo habían Seat 600, ay, Pues ahora no. El tipo que frenó y me abroncó conducía un auténtico mastodonte. Ni pensar quiero en las consecuencias si me llega a dar. Sé que he vuelto a nacer y para agradecerlo realizo ahora mi buena obra, ejem, ejem: actualizar el blog.

Saludos heroicos, guapis.

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