Revista En Femenino

Tócate los huevos

Por Expatxcojones

Tócate los huevos

Terremoto y Jean-Luc, Tánger, 2015. expatriadaxcojones.blogspot.com


Cuando escogí el colegio francés lo hice, sobretodo, por dos motivos. El primero, los idiomas. Quería que Terremoto siguiera con el francés, además de aprender árabe e inglés. El segundo es mucho más egoísta. El horario. Este es el único colegio que ofrece la posibilidad de llevar al niño todo el día. Los demás hacen jornada intensiva y salen al mediodía. Ninguno tiene servicio de comedor.
Lo que yo desconocía era el cachondeo de los miércoles. Sí. Es verdad que ya en la guardería, este día de la semana Terremoto terminaba a las doce. Así lo hacen también en Francia. Este es el sistema francés. Más o menos, me había acostumbrado. Asumí que los miércoles trabajaría a medio gas.
Pero… ¡sorpresa! El primer día de clase me entregan una lista del calendario escolar. Además de la cantidad de vacaciones que tienen —dos semanas cada seis— resulta que los miércoles, también, hay fiesta. No todos. Uno sí. Otro no. Es decir, que un miércoles Terremoto sale a las doce del mediodía y al siguiente directamente no va. Así lo hacen también en Francia. Este es el sistema francés. Me lo confirma mi amigo Fabián que es de allí.
   —Son muy pequeños… necesitan descansar—. Me responde él cuando me quejo.
Desconozco si en Francia los padres también libran o no les queda más remedio que recurrir a los abuelos, las canguros o las actividades extraescolares. Yo no tengo a mis padres aquí, ni canguro y me niego a llevar al niño a ningún sitio. Aunque tampoco hay mucho dónde escoger, la verdad. Pienso que jugar es lo que le toca. El pobre sólo tiene cuatro años. Pero ¿yo qué hago? El problema no es si los niños van más o menos horas a la escuela. Para mí, la cuestión reside en la disparidad de horarios existentes. Por un lado, el de los críos. Por otro, el de los padres. Si a los niños les dan fiesta para que puedan descansar pero nosotros no podemos estar con ellos ¿de qué sirve?
Hace unos días en algún informativo —no recuerdo la cadena —salía una imagen de la reina Leticia. Llevaba una pulsera. Servía para denunciar, o mejor dicho reclamar, horarios que permitan la conciliación laboral con la vida familiar. Es gracioso que lo reclame precisamente ella Qué generosa. Qué concienciada. Qué mujer tan de nuestro tiempo. La reina que nació plebeya y hoy, coronada alteza, sigue preocupándose por el pueblo. Dudo mucho que Leticia, cuando marcha de viaje, tiene que inaugurar algún centro, asistir a una recepción o probarse un vestido nuevo para la próxima cena de gala, tenga el mismo dilema con sus hijas. Yo no digo o sí digo aunque no puedo, porque resido fuera de España, nada. Me quejo por vicio. Hago uso del derecho a la pataleta. Yo escogí la escuela. Yo apechugo con los días de fiesta. A partir de ahora, los miércoles me tocaré los huevos.

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