Revista Jurídico

Tocó votar que “SÍ”

Por Pachobermudez @fbermudezg

Este 2 de octubre los colombianos tenemos que participar en el plebiscito que refrendará lo pactado entre el Gobierno y las Farc. Después de más de cuatro años de conversaciones estas dos partes se pusieron de acuerdo para acabar con la guerra entre este grupo insurgente y el Estado colombiano. En mi anterior post (“Por el futuro de Colombia”) decía o comentaba que había razones válidas de lado y lado –opositores y auspiciadores del plebiscito- para estar a favor o no con estas negociaciones. Tanto los del “SÍ” como los del “NO” tienen la razón y a la vez ambos están equivocados. Yo pensaba o  deseaba que los colombianos el día de la votación pusieran los argumentos de ambos lados en una balanza, y que de una forma pacífica y reflexiva votaran “SÍ” o “NO” en este plebiscito. Todavía pienso que ambos lados tienen la razón, y a la vez no la tienen. Esto sería una contradicción desde la lógica aristotélica pero no desde la lógica colombiana. Creo que si bien es cierto hay que desactivar la guerra, también es cierto que la impunidad hacia futuro puede ser muy peligrosa, y que es un antecedente grave para posteriores “coyunturas violentas”. Sin embargo, yo decía –en mi post- que al final habría que votar por alguna de las dos opciones, y pues lamentablemente en estas elecciones no hay voto en blanco. Por lo tanto, yo personalmente me decanto por el “SÍ”, aunque lo hago con el convencimiento de que los que van a votar “NO”, no están del todo equivocados. Votaré afirmativamente por el apoyo a los acuerdos entre el Gobierno y las Farc por una razón netamente pragmática. Colombia no aguanta más guerra, no aguanta más conflicto; es verdad que los acuerdos tienen puntos muy debatibles, discutibles y hasta preocupantes, pero todo eso puede quedar “stand by” si aquello implica que en nuestro país no se va a derramar más sangre con ocasión de la guerra con las Farc. “El valor de la paz es el valor supremo” ha repetido varias veces el presidente Juan Manuel Santos. Sí es verdad, si por paz entendemos respetar la vida, pues sí, tiene razón. La vida es el valor más respetado en todas las legislaciones vigentes del mundo. Sin embargo, la justicia también es un valor que no se puede perder de vista, ya que la justicia precisamente permite que la sociedad viva en paz, en armonía, ya que los desequilibrios estarían matizados por normas que ponen frenos a los abusos del poder, y a aquellos que no respetan los valores más preciados por la sociedad. La justicia, señor Presidente, también lleva a la paz. Tocará votar que “SÍ” en este plebiscito del 2 de octubre en Colombia porque no hay otro camino, no hay otra opción, la inercia de la historia –como diría Hegel- nos ha traído hasta acá, hasta esta encrucijada; decir que “NO” implicaría dar un reversa muy grande, enorme, y esta reversa podría implicar que más gente siguiera muriendo y sufriendo: policías, militares, civiles, etc. Hay que decir que “SÍ” en el plebiscito del 2 de octubre no como una forma de respaldar a Santos, o a Roy Barreras, o a Vargas Lleras, no, el “SÍ” es una forma de decir: creo que Colombia merece un mejor destino, un mejor futuro, porque el pasado ha sido muy doloroso y terrible. A las actuales y a las futuras generaciones de gobernantes les queda una labor gravosa: sacar a Colombia de la pobreza, que es el verdadero problema y la verdadera causa de la violencia desbordada en nuestro país. Estos acuerdos políticos permiten enfocarse en esos problemas, en esos auténticos problemas para sacar adelante a este país. Colombia merece otro futuro y creo –por intuición- que la vida, el Universo, nos está invitando a los colombianos a pasar la página, una página muy dolorosa, y empezar a construir una nueva sociedad, un nuevo país, basado en valores como la solidaridad, la cooperación, la compasión, el emprendimiento, la ayuda mutua, la honestidad y el positivismo. El “NO” y sus argumentos son respetables, incluso válidos, pero poco realistas, poco pragmáticos, poco viables. El mundo está cambiando y Colombia no es la excepción, ir en contra de esta corriente es absurdo, es perder el tiempo, es obtuso. No es cuestión de “tragarnos sapos”, es cuestión de empezar a dibujar un nuevo lienzo, de empezar a diseñar una nueva arquitectura social en Colombia. Ahora, el 2 de octubre tenemos la oportunidad de hacer eso. No dejaremos sin embargo que los acuerdos políticos distraigan a la gente de lo más importante por lograr: la equidad social y el progreso humano.

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