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'Todas las canciones hablan de mí': Lastrados por la melancolía y la referencia

Publicado el 15 diciembre 2010 por La Mirada De Ulises

[4/10] En su primera incursión en la dirección cinematográfica, Jonás Trueba intenta recoger las emociones y heridas profundas que puede causar el desamor, pero sólo consigue transmitirnos el tedio y la tristeza de su protagonista. Ramiro es un joven que acaba de romper con Andrea después de seis años de noviazgo, y que respira melancolía y confusión a cada paso que da. De ahí esos encuentros sexuales con las mujeres que se le cruzan en el camino, en un intento de llenar el hueco dejado por Andrea y que no hacen sino ahondar su vacío e insatisfacción. Es la desorientación y los planes de huida de alguien que se cree el centro del mundo, de alguien que entiende de manera nueva todo lo leído, escuchado o recordado en las cartas y poesías de antaño. De ahí el título “Todas las canciones hablan de mí”, evocación de ese tiempo errático y de ese desconcierto afectivo.

“Todas las canciones hablan de mí”: Lastrados por la melancolía y la referencia

Se nota mucho que estamos ante una opera prima, pues este drama romántico encierra las dudas e inquietudes típicas de los inicios, con elementos ajenos tomados del cine de autor –de la Nouvelle Vague y de Woody Allen fundamentalmente–, como esos planos fijos con los protagonistas mirando frontalmente a cámara o ese travelling de acompañamiento por las calles de Madrid. En esos primeros compases, la cinta promete mucho pero poco a poco se va percibiendo la falta de estilo propio y de madurez narrativa. El hijo de Fernando Trueba avanza sin ritmo y de manera caótica en el guión –a pesar de su estructura en capítulos, a modo de diario– como lo hace el propio Ramiro. Además, se arriesga con unas escenas surrealistas de dudoso éxito en las que Andrea adopta formas fantasmagóricas para estar presente en el primer ligue de Ramiro, mientras que éste se desdobla por la fuerza del deseo en la la cita con Irene en el café.

“Todas las canciones hablan de mí”: Lastrados por la melancolía y la referencia

En el aspecto artístico, Jonás Trueba apuesta por desenfoques fotográficos y por la creación de ambientes fríos y apagados… audacia que hay que reconocerle pues genera distancia respecto a las experiencias vividas, pero con la que el espectador permanece fuera de la historia sin sentir ni padecer emoción o drama alguno que la historia pudiera esconder. En ese mismo sentido, resulta más fallida aún la presencia de ese Ramiro-narrador de voz en off que de forma átona recuerda sus huidas y amoríos como si no fueran con él…, o esas disertaciones existenciales sacadas directamente de un libro de literatura o de pensamiento –pretenciosas e impostadas, por tanto–, o incluso algunos diálogos o monólogos artificiosos y pedantes (incluida la declaración final de Ramiro en el parque).

“Todas las canciones hablan de mí”: Lastrados por la melancolía y la referencia

Lo intenta el director novel pero no lo consigue, y sólo nos queda algún buen apunte en una cuidada planificación cargada de intencionalidad, en un montaje sincopado que nos hace avanzar en el tiempo estilísticamente, en un tratamiento fotográfico acorde al alma de sus personajes, y en un par de buenas interpretaciones que respiran autenticidad como las de Bárbara Lennie y Valeria Alonso. Habrá que esperar y verle madurar, confiar que un día abandone las citas literarias –en ocasiones es excesivo ese tono de los discursos de sus personajes–, filosóficas y cinematográficas… y se decida a hablar con corazón propio para trasmitir sentimientos vivos. De momento, Jonás y Ramiro parecen lastrados por la melancolía y la cita-referencia, perdidos en su confusión afectiva y en la voluntad de emular a sus admirados autores.

Calificación: 4/10

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En las imágenes: Fotogramas de “Todas las canciones hablan de mí” – Copyright © 2010 Castafiore Films y Tornasol Films. Distribuida en España por Alta Classics. Todos los derechos reservados.


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