Revista Cultura y Ocio

Todas las primeras veces

Publicado el 14 marzo 2018 por Molinos @molinos1282

Todas las primeras veces

Malika Favre

Me he pintado las uñas de las manos de rojo oscuro. No puedo dejar de mirarlas. De tocarlas. Las rozo con la yema de los dedos y las percibo distintas, más suaves, brillantes, casi perfectas. Huelen diferente, bueno huelen sin más, hasta ahora no había percibido jamás su olor. De vez en cuando se me olvidan pero luego, de repente, mis manos aparecen para agarrar algo, sujetando el volante, abriendo la nevera, lavándome los dientes y me sobresalto. Me siento como si  hubiera alguien más conmigo, como si mi mano no fuera mía, como si le hubiera robado la mano, los dedos a otra mujer, a una más elegante, más sofisticada, más segura que yo. 
Está siendo una primera vez bastante catártica, como la primera vez que me corté el pelo muy corto,  la primera vez que me atreví a llevar algo con tirantes finos, la primera vez que me decidí a llevar sandalias de tiras y que se me vieran los pies o la primera vez que me pinté los labios. 
A todas estas primeras veces, y a muchas más que ahora no recuerdo, llegué siguiendo el mismo proceso: 
- Yo ni de coña haré eso, no me gusta, es horrible. 
- Puede que no sea tan horrible, a lo mejor si lo miro entrecerrando los ojos y dejando de lado todos mis estúpidos prejuicios es posible que le vea algo interesante o le coja el gusto.  
- Me gusta pero no es para mí. Tengo demasiadas tetas, o los brazos gordos o los pies feos o los dedos muy cortos o no soy lo suficientemente "lo que sea" para eso. 
- Ojalá me atreviera pero no. Igual que no puedo ir a la Luna ni ser Halle Berry tampoco puedo hacer eso.   
- Un soplo de aliento en mi nuca: «Venga, prueba» que conseguía que empezara a planteármelo. 
- El empuje: venga coño, atrévete. ¿Qué vas a perder? ¿Vas a ser así de floja? El que no arriesga no gana y, además, qué más te da lo que piense la gente. Prueba y si te gusta adelante. 
- El recular: pero qué necesidad tengo yo de esto. Si estoy bien así, no lo necesito, no es algo importante, da igual. 
- El autoengaño: no es que no me atreva es que ahora no me apetece. 
- El impulso: venga, ya, ahora, hoy. Me lo corto, me lo pongo, me las pinto. 
- El cervatillo descubriendo que puede caminar. La sorpresa al verme reflejada en cualquier sitio, o al ver mis manos, como ahora, en el volante, sujetando la pluma o tecleando este post. ¿Soy yo realmente? No me lo puedo creer. 
- Intento actuar normal siendo una cumbre de naturalidad intentando que  nadie se de cuenta de que he hecho algo que considero completamente rompedor.  
- No actúo normal. Me miro en los cristales, en el retrovisor, me miro los pies, las manos, en el reflejo de las gafas de la gente y me sobresalto.
- A pesar de mi comportamiento de agente secreto de pacotilla compruebo que nadie me presta la más mínima atención.  
- Elucubraciones filosóficas: descubro que ese mínimo gesto que he hecho por primera vez me hace sentirme distinta. ¿Estaré a la altura de esta nueva versión de mí misma? ¿Es una versión nueva o soy yo disfrazada? ¿Soy un cisne o el mismo perrito con distinto collar? 
- Me confío. Me relajo. Respiro. 
El ciclo de la primera vez termina cuando olvido por completo el proceso y, cuando menos me lo espero, alguien que sí me presta atención me dice: «Eh, llevas algo distinto. Me gusta. Te favorece». 
Quizás me acostumbre a las uñas de mujer fatal. 

Volver a la Portada de Logo Paperblog