Revista Cultura y Ocio
Alegría, angustia, nerviosismo y ansiedad. Paz, silencio, bellos de punta y suspiros.
Sí, podríamos decir que esas son las sensaciones que encabezan al darle al play por primera vez al último disco de Ismael.
Con el paso de los años, su voz es una de las pocas que ha sobrevivido a que una servidora haga una cola para pagar su disco, la que cuenta los días para que salga. El corazón me palpita más rápido a la espera de analizar todas las letras, de aprendérmelas a golpe de disfrute y de hacerlas mías. Impresionante.
La cosa es que quería dedicarle este post en este mi- nuestro- rincón de sentimientos palabrísticos y estoy nerviosa con solo pensarlo. No me salen palabras, balbuceo teclas y suspiro de impotencia.
¿Cómo competir con mi poeta favorito? ¿Acaso se puede?
En fin, pasemos a lo material. La belleza de la edición especial, de sus dibujos, de las poesías -que aún no he leído por no apresurarme- que ilustran su delicado libreto son delicias para el alma de aquellos que tanto esperamos escucharle siempre.
No defrauda. Nunca. Ojalá pueda deleitarme pronto en directo y compartir sus canciones con alguna personita de esas que comparten mi pasión por su música. Si eres una de ellas, ya sabes, tenemos una cita.
Siento no poder escribir los versos más tristes esta noche, pero no puedo… No soy Neruda ni pretendo serlo, solo tenía la pretensión de dejar por aquí una pincelada de hacia dónde me transportan sus do-re-mi-fas.
En fin, todo empieza y acaba en ti… Disfrútalo, si quieres.