Esto es sólo mi opinión, que cambia constantemente. No me creas. Crea la tuya.
(Como cada lunes, me gustaría aportar mi granito de arena para que el primer día de la semana sea un gran día para ti. Por eso comparto este capítulo revisado y actualizado de “Una vida sencilla”. ¡Feliz lunes!)
Así de claro. Todo es mentira.
En el pasado y en el presente. Lo que te enseñaron los profesores, los padres y el resto de personas de tu entorno es mentira. Lo que te dicen las religiones, la prensa, la ciencia, la televisión y los libros es mentira.
La única verdad, la única realidad a la que puedes agarrarte es tu propia experiencia. Y además te aconsejo que no te agarres muy fuerte, no vaya a ser que cambie por sí sola o que tú quieras cambiarla –aunque creas que no puedes, puedes.
Lo demás son todo interpretaciones. Todo.
Lo que lees, escuchas, ves, son maneras de comprender un hecho, un tema o un suceso en concreto por una persona en concreto que también ha leído, escuchado y visto otras interpretaciones en concreto de otras personas que interpretaron otras interpretaciones de… y así hasta el infinito. Y lo mismo pasa al hablar de los colectivos que nombraba más arriba como las religiones, filosofías, ciencias y demás, que no son más que unos cuantos individuos que comparten interpretaciones semejantes y que se han juntado por miedo a la soledad de su interpretación e intentan reforzarla, pero que incluso discuten entre ellos defendiendo sus matices personales y muchas veces contradiciéndose dentro de la misma doctrina.
Por poner un par de ejemplos…
Tus padres, que en el mejor de los casos lo habrán hecho con toda la buena intención del mundo, te han inculcado una serie de valores y creencias nacidos de su aprendizaje previo y su experiencia, es decir, en base a otras interpretaciones –las de tus abuelos– y a sucesos únicos vividos en otras condiciones y entorno al tuyo, y sobre todo, con un carácter distinto –tú no eres tu padre. Son mentira.
Tu religión, tenga o no tenga Dios, está basada generalmente en textos e historias que se han transmitido de generación en generación, más o menos manipuladas, con mayor o menor intención. Puede que la historia y sus fábulas hayan variado mucho, poco o nada respecto a las originales, pero siguen siendo una interpretación. De ahí que de una misma religión aparezcan diferentes corrientes, todas separadas por una sola cosa: la manera de entender aquella historia. Esto se puede ver por ejemplo en el cristianismo, del cual cada vez hay más escisiones, que en realidad sólo comparten una verdad: que Jesús existió. Yo incluso digo: ¿seguro que existió? Porque yo no lo he visto, simplemente me lo han contado y yo me lo he creído. Y lo mismo con Buda, Confucio o Spiderman. Tampoco niego que existieran y sinceramente sí creo que existieron, si no vaya pedazo de mentira –incluso Spiderman. Pero no me aferro a ello porque simplemente no sé si es verdad. No los he experimentado.
Tu ciencia también es mentira, en la medida que no puedes quedarte con lo que diga hoy la ciencia. ¿Te imaginas que todo el mundo hubiera creído indiscutiblemente a Anaximandro para la eternidad, quien afirmaba que la Tierra era plana? ¿Qué hubiera pasado con las primeras teorías de una Tierra esférica de Pitágoras o Aristóteles? Y yo digo: ¿seguro que es esférica? ¿O simplemente es una interpretación de su forma con las posibilidades y recursos científicos que tenemos hoy? La ciencia tampoco posee la verdad, y a la vista está que cada dos por tres aparecen nuevas ¿demostraciones?… digamos interpretaciones, que contradicen teorías que parecían ser absolutas verdades hasta ese mismo momento. Yo mismo recuerdo haber estudiado en la escuela la “gran verdad” del átomo indivisible, hoy una mentira, o la escasa estatura de nuestros antepasados cavernícolas, hoy otra gran mentira. Por tanto, cualquiera de las afirmaciones que hoy hace la ciencia puede ser un error absoluto y cambiar radicalmente con lo que se ¿descubra?… otra vez… con lo que se interprete mañana. En términos absolutos, no me la creo.
¿Y ahora qué hago con toda esa información? A esa información la llamamos conocimiento, y no creer en él como certeza definitiva no quiere decir que no quieras y puedas usarlo. Precisamente te invito a seguir haciendo lo que hace todo el mundo: interpretar. Pero no te lo creas al cien por cien. Duda constantemente. No hay ninguna verdad verdadera, inamovible.
Cuanto más conocimiento acumules mayor será tu posibilidad de interpretar y de entender otras opiniones, a la vez que más fácil será que por fin respetes el resto de verdades –las de los demás–, y así reconocer que tu verdad es simplemente experimental –como la de los demás–, que es única y que no tiene por qué servir a los demás. Lo bonito de la vida es compartir experiencias, no imponerlas.
Decía Osho en cuanto al conocimiento, el aprendizaje y el desaprendizaje:
<<Asimila más. No hay necesidad de limitarte a tu propia gente. Asimila todo el pasado de todas las gentes de toda la tierra; sé un ciudadano del planeta Tierra. No hay necesidad de limitarse a lo cristiano y a lo hindú y a lo musulmán. ¡Asimílalo todo! El Corán es tuyo, la Biblia es tuya, así como el Talmud, y así como los Vedas y el Tao Te Ching; todo es tuyo. Asimílalo todo, y cuanto más asimiles, más alta será la cima en la que puedes estar y mirar a lo lejos, y tierras lejanas y perspectivas distantes serán tuyas.
…/…
No te hagas más culto, hazte más inocente. Deshazte de todo lo que sabes, olvida todo lo que sabes. Mantente en el asombro, y no transformes el asombro en preguntas porque, cuando se cambia el asombro por una pregunta, tarde o temprano, la pregunta traerá conocimiento, y el conocimiento es una moneda falsa.
Desde el estado de asombro, hay dos caminos: uno es preguntar –equivocado–, que te conduce hacia más y más conocimiento. Y el otro es disfrutar. Disfrutar del asombro, de lo asombrosa que es la vida, de lo asombrosa que es la existencia, de lo asombroso que es el sol y su luz y los árboles bañados por sus rayos dorados. Experiméntalo. No lo pongas entre interrogantes y deja que sea tal y como es.>>
Por tanto, sólo puedo creer absolutamente en mi propia experiencia. Lo que sienta y viva será la única verdad absoluta… ¿He dicho absoluta? Mmmm… Dejémoslo en mi verdad, o la verdad presente. Porque también podría ser mentira, una mera interpretación de un tema o suceso en concreto que he vivido hoy en unas condiciones determinadas, un estado de ánimo determinado, con una compañía determinada, etc.
Y sobre todo recuerda: todo lo que acabas de leer es mentira.