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Todo lo que dio de sí la XXI Semana de Cine Fantástico y de Terror

Publicado el 08 noviembre 2010 por Lapalomitamecanica
San Sebastián se queda con Black Death y manda a Santa al infierno
Todo lo que dio de sí la XXI Semana de Cine Fantástico y de Terror
Merecidísimo triunfo de la película Black Death, dirigida por el inglés Chris Smith (Creep, Desmembrados), en la XXI Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. Una edición muy especial salpicada por la polémica de una injusta censura y bañada por las emotivas lágrimas de despedida de José Luis Rebordinos, director desde sus inicios de la Semana, que la abandona para coger las riendas del Zinemaldi. 'Rebor' promete caña... y de la buena.

Todo lo que dio de sí la XXI Semana de Cine Fantástico y de Terror

Completa decepción

La otra gran protagonista de este año, A Serbian film, de Srdjan Spasojevic, fue galardonada con un premio especial del público por haberse posicionado como todo un símbolo del derecho a la libertad de expresión. Realmente y desde mi punto de vista, la película no vale gran cosa atendiendo a su calidad, pero se ha convertido indiscutiblemente en un hito que ha dejado una huella imborrable en esta edición por todo lo que ha significado. Una muestra de la vulnerabilidad de nuestros derechos y de lo retrógrado de algunas de las mentes de este país.
Dejando un poco de lado toda esta polémica que ha eclipsado en cierta manera el palmarés, resulta curioso que la cinta ganadora, Black Death, no pertenezca en un sentido estricto al género fantástico o de terror. Sucede algo parecido a lo que ocurrió en Sitges con la ovacionada Thirteen Assasins, de Takashi Miike, que fue premiada por el público y que desató las quejas de algunos por esa ambigüedad. El propio Chris Smith se mostró sorprendido por el resultado y confesó que, al margen de que ni siquiera esperaba ganar nada, si lo llegaba a conseguir, sería abucheado por el público. Sin embargo, la reacción de los presentes fue todo lo contrario y los aficionados dedicaron aplausos y vítores cuando el británico subió al escenario para recoger su estatuilla (un draculín de plástico muestra de lo cachondo del evento). Al tío se le veía muy contento, feliz por haber ganado y feliz por la cerveza de su mano. "Rebosaba" alegría.
El film de este prometedor director se centra en la historia de un joven monje que, sin quererlo y conducido por el amor que siente hacia una muchacha, acaba formando parte de una cruzada contra un pueblo pagano que le hará cuestionarse su fe en Dios. Es posible que Black Death no sea una obra propiamente fantástica, pero personalmente, creo que es una gran película y, en cierta manera, tiene algunos elementos que podrían considerarse del género, como determinados referentes que aluden al ocultismo de la época medieval y a la brujería.
Habrá que andarse al loro con este asunto de la ambigüedad, porque podría convertirse en una mala costumbre aceptar en los festivales películas que erróneamente se consideren de género. Una línea que en muchos casos es muy difícil de trazar. De hecho, yo hubiera metido en este festival Wall Street 2. Me pareció horripilante.

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Torrente, versión animada

Por vez primera se hizo entrega también del Premio del Público al Mejor Largometraje de Animación, que recayó en manos de la versión animada de Torrente con acento argentino, Boogie, el aceitoso. Dirigida por Gustavo Cova y basado en un personaje del escritor y dibujante Roberto Fontarranosa ("El Negro"), Boogie reúne todas las despreciables cualidades del ser humano. Es un mercenario más duro que una tertulia entre el Sargento de hierro y Arturo Pérez-Reverte, mas guarro que un plano detalle del cuero cabelludo de Mickey Rourke y más misógino que el alcalde de Valladolid. Toda una perita en dulce de hombre que sólo por las carcajadas que nos sacó a todos y por haber salvado una noche que parecía condenada al fracaso gracias a la aburrida Monsters, merecía que nos lo comiéramos a besos.
Finalmente, la que se proclamó vencedora en Sitges y prometía dar guerra, Rare Exports, de Jalmari Helander, quedó sólo en una película más que pasó sin pena ni gloria por San Sebastián. Entretuvo sí, pero no impresionó lo suficiente como para ser galardonada. De hecho, El último exorcismo, de Daniel Stamm, obtuvo una mejor valoración por parte del público, aunque también originó opiniones muy controvertidas entre los aficionados, a quienes o gustó mucho, o no convenció nada por evocarles a la enésima copia de El exorcista. Eso sí, hay que reconocer que si existiera un galardón a la más terrorífica, esta hubiera sido sin duda la ganadora.

Por su parte, el thriller de terror psicológico del sevillano Miguel Ángel Vivas, Secuestrados, mantuvo al público en tensión durante toda la proyección y éste le respondió con una gran ovación muestra del buen sabor de boca que nos dejó una producción española de lo más decente. ¿Su problema? No aporta nada nuevo dentro del género, aunque sí añade un grado de calidad al cine nacional y, sobre todo, entretiene mucho. Además de ser una cinta con unas secuencias muy bien rodadas que elevan la sensación de realismo. Vamos por buen camino.
En cuanto al palmarés de cortometrajes, la excelente Maquetas de Carlos Vermut se hizo con el Premio del Jurado al Mejor Corto. Mientras que la francesa Píxels, de Patrick Jean, se llevó el del Público y el del Jurado Joven. destacar, asímismo, el divertido Brutal Relax, dirigido por Rafa Dengrá, Adrián Cardona y David Muñoz, que se hizo con el Premio del Público al mejor Corto Español. Un trío que apunta maneras de cara al futuro del cine español y que, a mí, desde luego, me mola mucho su estilo. Aquí os dejo el trailer de esta joyita. Los otros dos, que os recomiendo fervientemente porque también son buenísimos, los podréis encontrar completos en la red.
Las perlas del festival 

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Anotad este título

Se proyectaron propuestas tan originales y mordaces como Tucker & Dale vs. Devil, dirigida por el también cuasi-desconocido actor Eli Craig (Space Cowboys) y una de las favoritas para el premio gordo. Una comedia gore que invierte los papeles del clásico estereotipo de paleto disfrazado de cazador de Bugs Bunny, que vive en un remoto bosque aislado y que se dedica a hacer masacres de adolescentes que llegan de acampada con el Club Juvenil. Esta obra maestra combina las escenas más sangrientas con la más ingeniosa parodia. Si tenéis la oportunidad, vedla ya.
Al igual que Vampires, otra comedia rodada a modo de documental estilo Callejeros, que retrata la vida de una familia de vampiros belgas compuesta por un padre sombrío, amable y educado, es decir, un hombre escalofriante, una madre a lo Kelly Ousbourne pirada, una hija en plena adolescencia rebelde con tendencias suicidas que desea ser mortal y que mantiene una relación sentimental con un humano, y un hijo fiestero que es todo un fucker sin remedio. Además de este panorama burlesco, el film encierra un trasfondo de relevante denuncia social hacia una realidad política. ¿Su contrapunto? Que dura hora y media durante la que el hilo argumental no varía demasiado.

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Una propuesta interesante

Interesante fue también la película filmada a caballo entre Hong Kong y Francia, Red Nights, dirigida por Julien Carbon y Lauren Courtiaud. Una trama cargada de fetichismo, erotismo y sadomasoquismo que nos hizo plantearnos qué esconderían estos directores en sus armarios. El film llama la atención desde la primera escena, en la que el negro y el rojo sangre crean una hermosa y escalofriante combinación de colores que predominarán durante todo el metraje. La protagonista, una bella y atractiva mujer oriental, directora de una ópera cantonesa, pasa por encima del cadáver de quién se le cruce por delante para conseguir su más anhelada obsesión, el veneno del verdugo de Jade, cuya leyenda cuenta que ofrece a quien lo toma el éxtasis más extremo antes de morir. Mucha media y tacón en un film de una fotografía que seduce hasta la médula, pero que ha podido resultar demasiado glamuroso para un público que quizá haya preferido una acción más informal y menos enrevesada que la que aquí se nos presentaba.
Sin lugar a dudas, puedo afirmar que la XXI Semana de Cine Fantástico y de Terror ha sido uno de los pocos festivales que, de momento, ha salido triunfante en un año en el que la crisis ha hecho mella en el panorama nacional e internacional. Me atrevo a decir, incluso, que ha superado a la pasada edición en un alarde de notable calidad definida por el buen cine de género, el malo (no me había reído tanto con las bromas de los espectadores durante la monótona Monsters o el ílogico anime Redline desde aquel vídeo de Chuck Norris de Muchacha Nui), el gore, la parodia, el ambiente de buen rollo entre los aficionados, las sorpresas y la unión de una organización y un público que este año ha quedado más patente que nunca debido a una polémica censura.
Lógico que el Zinemaldi se lleve a 'Rebor' con él.

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