JR Mora
En mi casa nunca existió el machismo, afortunadamente, tanto a mi hermana como a mí nos hicieron falta años para saber qué significaba. Recuerdo a mi tío ayudar en lo que hiciera falta. Mi tía nunca se lo pedía. Pero si es verdad que la que llevaba el peso de la casa era ella. Recuerdo a esa mujer trabajar desde que tengo conciencia, desde que levantaba un palmo del suelo. Antes de trabajar para todos y cada uno de nosotros ya había trabajado en el campo, en una fábrica de conservas y en las vías del ferrocarril. Por lo menos a ella, le dejaron una pensión contributiva.
Mi madre se educó en los mismos valores y no por eso mi padre, que echaba y echa más horas que un reloj para dar de comer a su familia, le negó nunca una ayuda. No es que se la negara, nunca hizo falta que se la pidieran. Afortunadamente me eduqué en unos valores de igualdad.
Siempre las he escuchado decir que este 8 de marzo debía ser todos y cada uno de los días del año. Que ellas siempre han trabajado para su casa y para su familia. Y yo estoy totalmente de acuerdo. Me educaron, me criaron (y malcriaron), me hacen reír (o llorar), las echo de menos (o de más). Pero al final, lo importante es que me dieron todo lo que tengo y soy lo que soy porque siempre existieron dos grandes mujeres tras de mí para empujarme cuando bajaba los brazos. Para ayudarme cuando lo necesitaba. Por eso, para mi, todos los días, son ‘su DÍA’. Todos los días las echo de menos (y a ti también, hermanita) por no tenerlas cerca. Y no me parece justo felicitarlas una vez al año, se merecen mucho más.
Y este esfuerzo que muchos hombres solo realizan una vez al año se podría canalizar en actos reales y concretos. Educar a las miles de mentes retrogradas que aún quedan por nuestro país y las millones que quedan por el mundo. Los datos son escalofriantes. Ya en lo que va de año han muerto 13 mujeres, la última ayer, a manos de otro sucio cobarde. Siguen cobrando menos, y hablamos de Europa, imagínate en África o Sudamérica. No son una parte fundamental en las cúpulas ejecutivas y el paro les afecta de una forma mucho más dura a pesar de que están mejor preparadas y son más eficientes que muchos inútiles que nos cruzamos día a día.
Por eso queda mucho camino por recorrer. No vale felicitarlas una vez al año de forma hipócrita y luego ponerles cientos de trabas en su camino. No vale discriminar por un embarazo o por cualquier otro motivo estúpido que no las hacen inferiores a los hombres. No vale discriminar por el simple ego de una cultura falocéntrica que se niega a perder su cuota de poder cueste lo que cueste. No vale.
Aunque lo que voy a decir puede sonar mal, este día debería desaparecer para que más de uno aceptara que la normalidad es la igualdad y no lo contrario. Que no hacen falta días porque de una vez por todas ya hemos superado ese estúpido complejo y porque la mujer está presente en todas las esferas, públicas y privadas, de nuestra vida y todos aceptamos que eso es lo correcto y lo justo. Pero desgraciadamente en España, eso aún no es así, resisten los resquicios de la desigualdad y habrá que seguir luchando por eliminarlos. Así que feliz ‘Día de la Mujer’.