Casi todos los españoles se apasionaron con el debate suscitado por el ministro José Ignacio Wert al proponer exigir una nota de 6,5 para obtener becas universitarias.
Todo español quiere un título. Entes se deseaba nobiliario, ahora universitario.
Por eso hay casi tantos estudiantes superiores como en Alemania, cuya población es de 36 millones de habitantes más.
Pero, al contrario que en Alemania, faltan titulados técnicos medios, es decir, de formación profesional: se cree aquí que estos estudios son para zoquetes, mientras en Alemania se consideran una base de la prosperidad, además de que el graduado puede acceder a títulos universitarios superiores.
Durante el franquismo se crearon en España las universidades laborales, en las que un mecánico podía llegar a perito o a ingeniero técnico, camino de ingeniero superior.
No eran idea del régimen, sino copiaba de un sistema alemán de principios del XX que aún perdura; pero como fue organizado aquí por el falangista Girón de Velasco. se suprimió en los primeros 1980. Es como si se eliminaran los zapatos porque Girón también los calzaba.
La idea era dignificar los estudios llamándoles universitarios para que los estudiantes, por lo general hijos de trabajadores en fábricas cercanas, pudieran titularse, encontrar trabajo, y después acceder a carreras superiores.
Una universidad tradicional, la Miguel Hernández (UMH) de Elche, acaba de concederle sendos doctorados honoris causa al cocinero Quique Dacosta y el repostero Paco Torreblanca, que en el discurso de aceptación pidieron que la cocina sea carrera universitaria.
Ya casi lo es y, de hecho, la escuela Cordon Bleu de Madrid, está en la Universidad Francisco de Vitoria.
Quizás la solución para la pasión española por las licenciaturas, y la necesidad de profesiones productivas, sea darle títulos universitarios a quienes estudian y practican todos los oficios necesarios para la economía y las empresas.
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