He pasado muchas veces la Semana Santa en Toledo y en ningún sitio de la península tiene tanta severidad.
La montaña toledana es el monte Gólgota mismo y no es una procesión la que se verifica por sus senderos, sino el verdadero tránsito de Cristo con la cruz a cuestas.
Se ve a Jesús escalar el serpenteante camino, cruzar las puertas, caer en las úlceras de la piedra, llevando como cargador menesteroso el extraño y pesado mueble de los cielos, la inmensa cruz.
Ramón Gómez de la Serna. El Greco. 1933