Tomando decisiones, aguantando consecuencias, creciendo juntos.

He hablado muchas veces en el blog sobre como fomentar la autoestima de nuestros hijos y que hay que dejar que tomen decisiones, por que muy importante para su desarrollo y fomentar la confianza en si mismos.

¿Pero que pasa cuando en una libre toma de decisiones, ante un asunto de importancia, tu hij@ toma la decisión incorrecta?

Pues pasa que esta madre se desespera, sucumbe a íntimos momentos de flagelación al mas puro estilo "por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa"  y que toca comerse con patatas las consecuencias.

Mi hijo mayor, ya tiene 8 años y digamos que sus decisiones ya van tomando un cariz importante, por que ya no se trata de decidir si me termino el plato de lentejas o no, ni de si presto mis juguetes a ese niño, son decisiones que en mayor o menor medida, van a afectar a su día a día.

Quiero explicar, que las decisiones que están a su alcance tomar hasta ahora eran controladas por mi, que yo le deje decidir no significa que pueda hacerlo sobre todas las cosas de su vida, por ejemplo:

-Yo decido que hoy comemos lentejas y filete,

*Pero el decide si se lo acaba todo o se deja algo, 
-Yo decido que de postre se toma fruta,
* Pero el elige cual le apetece tomar (aunque yo crea que es mejor la naranja para asimilar el hierro de las lentejas).


Ahora la cosa va cambiando un poco y hay decisiones que a priori toma él y solo él.

Esto es así básicamente, por que hasta que no las ha tomado, yo no puedo intervenir por que no soy consciente de ellas.   

Pero tras mucho fustigarme, he decidido aprender de él y con él y acompañarle en su camino, firme, pero a su lado.
Sacaremos la parte positiva:

Por fin está entendiendo que todo acto tiene una consecuencia, está aprendiendo a elegir de verdad y quiero pensar que el camino que hoy andamos, nos hará mas llano el que nos queda por andar.

Esta mañana a primerísima hora, leo esta entrada: "Ojos que no ven"  escrita por  mi querida y  admirada Mamá sin complejos  y me quedo con esta frase suya con la que en estos momentos me siento plenamente identificada:

"Esto no deja de ser una prueba de madurez, de independencia y de ensayo-error. De su experiencia, esta vez negativa, ha aprendido. Y confieso que yo también. Como madre sigo dándome porrazos al comprobar que a mi hijo no le vale mi experiencia sino que prefiere vivir la suya propia e ir sacando conclusiones."