Estos días estoy tomándome un respiro maternal.
Diría que estoy de vacaciones, pero me estoy pasando todo el verano trabajando, así que no sería tal que así. Pero mi hijo está en el pueblo, así que estoy liberada de la maternidad por unos días, con la única obligación de llamar cada día y hablar con él.
Lo necesitaba. Tod@s l@s que tenemos hij@s lo necesitamos. En especial, las familias TEA y/u con otros trastornos, necesitan disfrutar de momentos de respiro, porque la crianza se vuelve mucho más complicada. Bicho es un niño muy demandante debido a sus particularidades, lo que me hace dedicarle muchas energías y terminar cansada y exhausta. Ahora que está sin cole los días se hacen pesados, para mi y para él, porque como yo trabajo cada día en un turno diferente no podemos establecer la rutina que él necesita. Y hay que seguir con sus terapias, y seguir trabajando en casa, anticipándole todo y gestionando sus reacciones ante las situaciones inesperadas que van surgiendo. He estado contando los días para que se fuera, porque la verdad es que necesitaba estar unos días liberada de la maternidad. Mi respiro.
Y ahora que no está, lo echo terriblemente en falta. La casa está en silencio, nadie me desordena nada, nadie me llama mamá. Por momentos estoy tranquila y en paz, y al poco rato estoy deseando que la casa y mis días se llenen de su esencia y sus risas otra vez.
Estos días me están sirviendo para reflexionar acerca de cómo las madres nos tiramos piedras a nuestro propio tejado. Porque me estoy sintiendo muy culpable de haberlo dejado en el pueblo (a buen recaudo y cuidado, de eso estoy tranquila) para estar descansando de él en casa. ¿Por qué tenemos que sentir culpa por dar prioridad, en algunos momentos, a nuestra paz mental y a nuestro autocuidado? ¿Por qué nos cuesta tanto desprendernos de ellos, sabiendo que sin nosotras también van a estar bien? ¿Por qué creo, en algunos momentos, que estoy haciendo mal?
Estos pensamientos llenan mi cabeza durante estos días, aunque es cierto que, entre pensamiento y pensamiento, disfruto de este descanso que me ofrece el verano. En pocos días lo tengo de vuelta, y entonces quizás eche de menos este silencio y esta tranquilidad.
¿Os pasa también a vosotr@s? ¡Contadme en comentarios!