Revista En Femenino

Tomarte un café con las amigas no es terapia.

Por Lucy Chibimundo @chibimundo

Sé que el título con lo de la terapia puede llevar a confusión con la foto del MBDay de 2018 pero prometo que tiene sentido. La semana pasada se celebró el #NoEsElMBDay2020 online. Porque este año con el coronavirus no se pudo hacer presencial. A cambio pudimos disfrutar de charlas y presentaciones durante toda la semana.

Desde aquí mi mayor agradecimiento y apoyo a todo el equipo de Madresfera por hacer lo que estaba en su mano para que disfrutaramos de este evento, aunque fuera online.

El sábado mientras veía a medias la “gala de premios“… porque a ver quien se sentaba un rato al PC con Loki saltando por el salón. Que eso es otra cosa buena del evento presencial, dejar al peque con Natsu. Me puse a pensar que estaba agradecida por tener esa oportunidad, que no se perdiera en la locura de año que está siendo 2020 pero eché de menos muchas cosas.

Eché de menos ver las caras de esas personas que están presentes día a día al otro lado de la pantalla. Personas a las que he visto la cara quizás menos veces que dedos tengo en las manos, pero que están ahí. Y poder abrazarlas muy fuertecito para que el cariño nos llene hasta que nos volvamos a ver. Tomarnos el café o los aperitivos juntas. Atender a las charlas haciendo apuntes susurrados sobre lo que pensamos porque estamos acostumbradas al parloteo y no al silencio.

La distancia social nos protege (y nos daña).

Cuando recordemos el 2020 pensaremos en el coronavirus y las tres cosas que si a estas alturas del año no tienes claras es que acabas de salir de debajo de una piedra:

  • Mascarillas.
  • Lavado de manos.
  • Distanciamiento social.

Tenemos la inmensa suerte de que hoy en día hay miles de formas de seguir en contacto con los demás mientras cumplimos con ese distanciamiento social. Precisamente los eventos online como #NoEsElMBDay2020 son la clave para mantener cierta normalidad dentro de lo raros que son estos tiempos.

Tomarte un café con las amigas no es terapia.

Las redes de apoyo.

Es genial tener herramientas para poder mantener las relaciones con aquellos a los que queremos. De hecho con las personas que suelo ver en el MBDay siempre he mantenido una relación más online que offline. Debería estar acostumbrada entonces a este rollo. Pero siempre existía la posibilidad de verse y abrazarse. Ahora sabemos que esa posibilidad no está disponible.

Psicólogos y psiquiatras han estado definiendo lo que es una red social o de apoyo desde 1950. A mí personalmente me gusta esta definición:

Lemos y Fernández (1990) “una serie de círculos internos y externos, concéntricos en donde la familia nuclear constituye el círculo más pequeño, los familiares y los amigos dos más, y, tal vez los compañeros de trabajo y otras personas el círculo exterior”

Perdonadme que me ponga intensa con la definición, mi psicóloga interior a veces asoma y me obliga a buscar bibliografía o referencias para ofrecer la mayor información posible.

La cosa es que la representación de círculos concéntricos con personas de nuestro entorno (no físico) me parece muy visual y aunque hoy en día no creo que cada círculo esté conformado por los grupos que se proponen sí que es una base de la que se puede partir en la mayoría de las situaciones.

Las personas de esos círculos no desaparecen porque no puedas verlas o tocarlas. De hecho tampoco lo hacen si pasas meses sin hablar con ellas… ¿quien no tiene alguna amiga o amigo que ves cada X meses pero parece que hablaste ayer? Pero hablamos de una sola persona. Ahora TODAS esas personas se han vuelto virtuales de repente.

Nuestras redes ya no son tangibles y eso sumado a todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor causa gran malestar. Los seres humanos somos sociales, y podemos disfrutar de la soledad a tope siempre que tengamos la posibilidad de terminar con ese aislamiento cuando queramos, pero ahora eso está supeditado a decisiones externas.

No, charlar con tus amigas no es terapia.

Últimamente he leído/escuchado varias veces la frase de “a ver si acaba todo y nos tomamos un café y hacemos terapia“. Si me seguís desde hace tiempo sabéis que soy una gran defensora de la salud mental, creo que la figura del psicólogo debería estar presente en atención primaria y que tendríamos que luchar para desestigmatizar los trastornos mentales. Pero vengo a decir una obviedad:

Charlar con tu grupo de amigas al lado de un café no es hacer terapia.

Es muchas otras cosas que afectan a las redes de apoyo (sociales) como por ejemplo:

  • Fomenta el bienestar, los sentimientos de autovalía y autoeficacia.
  • Reduce los sentimientos de aislamiento.
  • Disminuye las autoatribuciones negativas.
  • Es una forma de obtener guía e información.
  • Ayuda a desarrollar nuevas estrategias de afrontamiento.
  • Te ofrece una visión más realista y adaptativa de los problemas.
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Una publicación compartida por Lucy chibimundo (@chibimundo) el 20 de Ago de 2020 a las 1:15 PDT

Y todo eso que consigues tras una charla con las personas que forman parte de tu círculo más cercano (de confianza, apoyo o como quieras llamarlo) repercute de forma positiva en tu salud mental.

Cuando algo tiene ese tipo de resultado positivo muchas veces eres capaz de notarlo, incluso físicamente. Y después de esa echarla en la que puede que hayas abrazado, reído o llorado es lo más normal que tu cuerpo se sienta mejor o en paz. Las redes de apoyo tienen ese efecto.

Una parte importante de la terapia es ayudar a la persona a crear, gestionar y mantener sus redes de apoyo. Durante los meses que estuve desaparecida reduje muchísimo mi red de apoyo. Me costaba la vida interactuar con otras personas y eso influía negativamente en mi estado de ánimo haciendo que me sintiera peor. Por eso cuando volví a sentir que podía hablar con otras personas, que era capaz de expresarme y apoyarme en la red fue un paso muy importante. Pero antes de llegar a ese punto llevaba meses acudiendo a terapia.

Y sí ahí hablaba con mi terapeuta y podríamos habernos tomado algo mientras. Pero las charlas que tengo con la profesional de la salud mental que está al otro lado de la mesa no son iguales a las que tengo con las personas de mi red.

La terapia es otra cosa y es posible que la necesites.

Hay muchos motivos para acudir a terapia con un profesional de la salud mental. Ahora mismo mientras atravesamos una pandemia hay muchas personas que han desarrollado ansiedad en mayor o menor nivel.

Es algo normal.

Estamos pasando por unas circunstancias vitales que atentan contra nuestra salud y la de nuestros seres queridos. A la vez se nos exige que seamos flexibles y nos adaptemos a normas nuevas pero que sigamos trabajando (y produciendo) como si no pasara nada.

Es algo incongruente. No puedes abrazar a tus padres pero sí estar con tus compañeros de oficina mientras lleves mascarilla y te laves las manos. Mandas a tus hijos al cole para que pasen el día con otros 20 compañeros mientras miras de reojo el parque sin saber si puedes o no llevarlo a jugar.

Hemos incorporado un montón de nuevas palabras a nuestras conversaciones diarias: coronavirus, pandemia, desescalada, toque de queda, confinamiento, burbujas, PCR…

Y nadie se atreve a mentar una palabra que teníamos de antes y que está escondida debajo de todas ellas: miedo.

Tener miedo no es un motivo de ir a terapia. Es una reacción absolutamente razonable ante la situación que estamos viviendo. No se te va a pasar ese miedo por una charla con las amigas, ya la acompañes de un café o una cerveza. Pero es posible que durante ese rato si te sientas mejor, que encuentres algo de alivio. Porque eso es lo que hacen las redes de apoyo.

Así que, aunque no sean terapia, te invito a retomar la relación (en la medida de lo posible) con esas personas. Aunque es más difícil, hay mil herramientas para tener esa charla… Quizás tenga que ser cada una con su café en su casa y a través de la pantalla del móvil, pero en algún momento esto pasará.

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Una publicación compartida por Lucy chibimundo (@chibimundo) el 25 de Sep de 2020 a las 2:40 PDT


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