Revista Arte
Aunque es muy recomendable, en ocasiones, no hace falta ir a la ciudad más visitada del mundo: London, para ver en las calles mensajes, grafitis o pintadas respetuosas y con un cierto gusto artístico más allá del tradicional “te amo 18”, “puta Valladolid” o similares…
Si en estos días primaverales has paseado por la ciudad de León, quizás habrás visto en ciertas paredes callejeras este pequeño mensaje en francés: “tombé PAS DE BOURRÉE GLISSADE GRAND JETÉ” acompañado de un dibujo pintado con el color de la sangre. En él puedes ver fácilmente un corazón, un tutú de plato (lo que viene a ser una falda con forma de plato) y unas puntas. Si todavía no te has fijado en él, seguro que después de leer este artículo, lo verás en más de un sitio.Los no iniciados en ballet, nos preguntamos: ¿Qué coño es eso? ¿Qué quiere decir? El traductor de google no nos da ninguna pista porque traduce “Bourree cayó NO TIRO DIAPOSITIVA GRANDE” un sin sentido. Pero cuando la máquina no resuelve nuestra ignorancia, hay que acudir al método tradicional: preguntar a alguien que sienta el frio del invierno y el calor del verano y que sepa o practique este pequeño gran arte. Y parece ser, que no tiene traducción. Es una frase típica, más bien la frase típica. Se traduce en un paso más o menos elemental con un gran final en forma de spagat en el aire no apto para iniciados. Lo que viene a ser el “tic y taca” en el fútbol.Diariamente, miles de niñas y algún atrevido niño, tienen la suerte de viajar a un mundo deportivo y artístico distinto al que reina en nuestros tiempos donde la competitividad lo copa todo y apenas deja espacio para la educación, el arte, el sentido. El ballet se sitúa en un espacio diferente. Se aleja del ganar a toda cosa, de superar al contrario ya sea en el tiempo o en el marcador. Estereotipos estos que predominan en nuestra sociedad desde la tierna infancia.Practicar ballet, implica sacrificio, concentración, exigencia máxima pero siempre con una sonrisa. Se sonríe incluso en estado de agotamiento. ¿Han visto a los Nadal, Gasol, Alonso o Ronaldo sonreír mientras están practicando sus deportes? ¡Coño, si parece que están enfadados y casi amargados realizando lo que más les gusta! Estos grandes deportistas, que en sus diferentes disciplinas se pueden acercar al arte, son el espejo en el que se reflejan nuestros hijos, el modelo al que quieren parecerse e imitan constantemente. Son modelos demasiado tristes. Y esta tristeza sin darnos cuenta va calando en nuestros infantes. Por el contrario, los bailarines y bailarinas mantienen la sonrisa incluso en los ejercicios más extenuantes, siempre bien posicionados, con la espalda recta, la cabeza mirando al frente, esa melena recogida en forma de moño, los brazos elegantemente distribuidos, las piernas rectas y esos pies que parecen despegan del suelo con la facilidad de un drone volador. ¿Estará la diferencia en que las bailarinas se ejercitan frente a un espejo que nunca engaña y muestra la realidad real? Quizás deberíamos vivir con un gran espejo para vernos continuamente la cara de circunstancias que diariamente exhibimos a nuestros semejantes, un semblante entre triste y preocupado que no nos deja sonreír. Deberíamos practicar el ballet para aprender a sonreír continuamente y en cualquier circunstancia, deberíamos bailar, deberíamos mirarnos al espejo del alma y sonreír y sonreír y sonreír y sonreír…
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