(DIEZ AÑOS DE THE SONGS WE LOVE: 1004 ENTRADAS, CANCIÓN Nº 989)
En 1996, la productora inglesa Eon Productions (conocida mayormente por ser la responsable de las películas de la saga Bond desde sus inicios en 1962, con «Agente 007 Contra el Dr. No») decidió probar algo distinto a lo habitual para elegir el tema principal de la que iba a ser la nueva entrega de la franquicia. La película, protagonizada por Pierce Brosnan, relataría la lucha del famoso y seductor superagente contra un magnate de la comunicación que pretende provocar una tercera guerra mundial con objeto de conseguir más audiencia para sus medios (entre ellos, un periódico cuyo nombre de cabecera es «Tomorrow»), un argumento que en aquel momento parecía cosa de risa pero que luego ha resultado ser bastante profético, quizás no en la cuestión de los medios en sí -se centra únicamente en los medios de comunicación tradicionales- pero sí en el modo en el que gigantes como Facebook o Twitter han acaparado una enorme ¿demasiada? influencia sobre la opinión pública. El compositor David Arnold, responsable de la banda sonora, había expresado su interés en grabar una canción él mismo además de proporcionar la partitura para el score, pero Eon quería un nombre más famoso, cosas del marketing y de hacer algo de ruido antes de mandar tu película a las salas de cine. De modo que frente al sistema «tradicional», en el que la productora encargaba al artista de moda la composición e interpretación del tema de la esperada secuencia de títulos de crédito, decidieron montarse su propio «Got Talent» y encargar a varios artistas que crearan un tema. De entre los recibidos, elegirían el que consideraran el mejor, y este sería finalmente el que acompañaría las previsibles imágenes del agente sobre un fondo de siluetas femeninas y burbujas de champagne. Las indicaciones dadas a los artistas eran básicamente dos: aquello debería sonar como lo hacen los famosérrimos temas asociados a la saga a lo largo de los años, indisolubles de las peripecias del espía y reconocibles en su estructura por el público general, y deberían existir alusiones en la letra o título al propio nombre de la película.
Ojo con esto: originalmente «Tomorrow Never Lies» iba a ser el título del film (en un claro guiño a la temática de la película, los medios de comunicación y su compromiso con la verdad) hasta que por lo visto se produjo un error en el envío de un fax a la MGM, y el título apareció escrito con una errata, por la sustitución de una «L» por una «D». El caso es que a la productora norteamericana lo de «Tomorrow Never Dies» les sonó aún mejor que el título previsto inicialmente y así se quedó, de forma que los convocados a la curiosa competición (nueve artistas, por lo visto) tendrían que ajustar sus composiciones a ese nombre: entre los competidores más relevantes estaban Saint Etienne, Sheryl Crow, Marc Almond, Duran Duran, The Cardigans, K. D. Lang, y unos Pulp en la cresta de la ola, no está nada mal la listita de candidatos. Vamos a echar un vistazo a esas canciones, y a darnos el gustazo de emitir nuestro propio dictamen, no sin antes dar un repaso a lo que podríamos considerar las reglas que hacen de una canción un buen tema de la saga Bond:
- Alusiones a las archiconocidas composiciones originales de John Barry para la franquicia. Puede ser simplemente una cuestión de escala de notas, o un apunte de violines, pero se considera casi un must que, aunque de forma muy leve, exista algún guiño a los temas que el compositor hizo legendarios.
- Normalmente, las películas de Bond siguen una misma estructura: secuencia vertiginosa de acción con la que arranca la trama (y además, les encanta que tenga lugar en un sitio remoto y sin conexión con la sede del MI6 al que sirve el agente británico), fundido en negro, y -ahí es donde entra la canción- la conocida silueta del espía enfocado por una mirilla, su disparo, y hala, tías a tutiplén, glamour y pistolas. Es por tanto bastante probable que tu canción funcione bien si es una balada que rompa con el ritmo vertiginoso de la secuencia precedente, y en cualquier caso el sonido debe transmitir intriga, seducción y lujo. Nada de arreglos baratos: con alguna excepción, la cosa ha de envolverse con arreglos orquestales a la altura del exclusivo ritmo de vida del protagonista, como muy bien entendieron Adele y su magnífica «Skyfall«. De hecho, los intentos de salir de esta fórmula en la gran pantalla (véase lo que hizo Madonna con la fallida «Die Another Day«) a menudo acaban funcionando mal, aunque también hay casos como los de Duran Duran o A-ha en los que la falta de sujeción a la norma se compensa con un inesperado éxito comercial en las listas.
- Exotismo, pero ojo, que esta regla sólo es de aplicación si la acción acontece localizada de forma mayoritaria en un país (como lo de las aventuras de Astérix, vaya). Si la acción tiene lugar en Rusia, los guiños a la música de aquel país encajarán como un guante en la bonita «From Russia With Love«. Si es Japón, le permitiremos a Nancy Sinatra que nos cante «You Only Live Twice» desde el lejano país asiático, envuelta en melodías orientales.
- Reverb a tope, aura mística: James Bond no es un personaje más, James Bond es un concepto inviolable, una idea acotada y plenamente identificada en el imaginario colectivo, y por tanto la aproximación a su figura requiere de una cierto nivel de respeto. James Bond es sagrado, y la canción que abre sus películas es parte de la liturgia, de modo que no caben enfoques irreverentes. Por decirlo de otra forma: James Bond en realidad hace mucho que dejó de pertenecer a Eon (es una forma de hablar) y ya nos pertenece a todos, y con el paso del tiempo hemos establecido un cierto consenso acerca de lo que se puede y lo que no se puede hacer. Si vas a venir a provocarnos con tus ideas rompedoras, aparta sus sucias manos de mis sueños, baby.
Vamos a entonces a ver qué pasó con algunas de esas propuestas, y a ver en qué medida los productores de la película acertaron o no con su decisión final (Spoiler: no ganó Pulp. Y ahora, otro spoiler: debería haber ganado Pulp)
«Tomorrow Never Dies» (Saint Etienne) – No es una mala canción: teclados tintineantes, algo de orquestación, guitarras wah-wah… quizá le falta algo de reverencia hacia el tótem, pero como canción pop, desde luego, no está nada mal: aparecería en el recopilatorio de su club de fans de 1999, «Built On Sand«
«Tomorrow Never Dies» (The Cardigans) – ¡Pues nos vamos a quedar con las ganas! Sí, está verificado: a los suecos también se les pidió que presentaran un candidato a tema musical de la película, pero finalmente declinaron la invitación por puro agotamiento (venían de petarlo en todo el mundo 1996 con «Lovefool» y se darían un descanso que duraría hasta las sesiones que desembocarían en «Gran Turismo» en 1998); con el tiempo, Nina Persson calificaría su decisión de rechazar esa oferta como «uno de mis mayores errores».
«Tomorrow Never Dies» (Sheryl Crow) – Pues Sheryl se acabaría llevando el gato al agua, qué bien por ella. No sé si será mi adoración por Pulp o mi escasas simpatías por la estadounidense, que vivía sus días de gloria desde el exitazo internacional de «All I Wanna Do» (1994) y quien acababa de publicar en 1996 su premiado segundo álbum, pero siempre contaré esta canción entre las más flojitas de las aportadas por la franquicia. Y no tengo mucho más que decir, en realidad, por mucha nominación a los Grammy ( y a los Oscar) que le valieran. Sheryl: gritas y me caes mal. Y la canción de Pulp era mejor. Perdedora.
«Tomorrow Never Dies» (Swan Lee) – Aunque este grupo danés no es especialmente conocido, ya que podemos escuchar su aportación, vamos a hacerlo. El timbre de la chica que canta me resulta un pelín irritante, pero hay que reconocer que, al menos en la parte de arreglos y tal, lo hicieron bien. Les hubiera venido muy bien que les escogieran, indudablemente les hubiera hecho bastante más famosos, pero tuvieron un premio de consolación: el tema acabó formando parte de la banda sonora del videojuego Hitman: Blood Money.
«Tomorrow Never Dies» (Duran Duran) – Los británicos fueron invitados a pesar de que ya habían triunfado lo suyo con la estupenda «A View To A Kill«, mucho mejor que la película, por cierto. Su intento de reverdecer laureles en 1997 es, sin embargo, mucho más floja: El inicio despista, ya que después de un prometedor arranque la cosa degenera en una especie de orgía drum’n’bass de tintes industriales que no se la deseo ni a mi peor enemigo. Es sólo una demo, vale, pero hace muy buena a la de Sheryl Crow; es un espanto.
«Surrender» (K.D. Lang) – ¿Os acordáis de cuando al principio de esta entrada comenté que el compositor David Arnold estaba empeñado en firmar también la cancioncita de los créditos de apertura? Bueno, pues no se quedó en una intención, no señor. Arnold compuso una canción colaborando con David McAlmont y el letrista Don Black que tenía todas las mimbres de la clásica canción para Bond, pero ni por esas consiguió salirse con la suya. Al final, aunque sólo fuera por brasas, le dejarían colocar su canción en los créditos finales, pero no en la versión que había grabado McAlmont como demo, sino en la voz de la reconocida cantante K.D. Lang. A ver, la canción está bien, pero igual es hasta DEMASIADO OBVIA como canción Bond ¿no?
«Tomorrow Never Dies» (Marc Almond) – Vamos con otro que se cayó del cartel, si bien es verdad que lo de la participación de Almond ha sido más que cuestionada. El cantante de Soft Cell suena, a priori, como una fantástica elección para la empresa de la que hablamos, pero ni existen grabaciones ni podemos ir mucho más allá de la rumorología. En algunos sites se afirma que el cantante nunca llegó a componer una canción para la película, en otros que ni siquiera fue invitado a participar, en otros se asevera con total seguridad que el propio Almond definió su trabajo como un «Shirley Bassey por dinero», y en otros se afirma, sin lugar a dudas, que esa canción fue el germen de su canción «Only The Moment«. En fin, dejamos por tanto en el aire esta participación, que de cualquier forma es imposible de escuchar.
«Tomorrow Never Lies» (Pulp) – Terminamos por fin con nuestros queridísimos Pulp, quienes presentaron una dignísima canción pero salieron escaldados de la experiencia. Cuando años después el sitio de fans de James Bond MI6 preguntó a Cocker al respecto, este se limitó a contestar: «Fue raro. Generaron una especie de situación a lo American Idol, donde pidieron a nueve artistas diferentes que crearan una canción para Bond. Querían escuchar nueve intentos diferentes de abordar «El Mañana Nunca Muere» en una letra. Nos dijeron un miércoles que la fecha límite era el viernes… Al final, me cabreé bastante cuando eligieron la de Sheryl Crow en lugar de la nuestra”.
Claro, es es el final de la historia, lo que no resulta tan claro es cómo llegaron los Pulp ahí. El caso es que en octubre de 1997 se publicaría «Shaken and Stirred: The David Arnold James Bond Project«, un disco en el que el compositor de la banda sonora de la película revisaba en la compañía de artistas de renombre algunos temas clásicos de la saga Bond. Esto fue sólo un mes antes de la publicación de la banda sonora de «Tomorrow Never Dies», en noviembre de aquel año, y dos meses antes de que la película recalara en los cines en plena campaña navideña, lo que deja claro que fueron dos trabajos que de alguna forma discurrieron en paralelo para Arnold ¿Y adivináis quiénes fueron algunos de los participantes en ese disco de versiones arregladas por David Arnold? Pues entre otros, David McAlmont («Diamonds Are Forever«) y ¡sorpresa! Pulp («All Time High«). No resulta por tanto descabellado pensar que fuera Arnold quien metiera a los británicos en esta historia, de forma directa, aún y cuando el compositor tuviera en mente el presentar su propia propuesta.
Los Pulp metieron el turbo y apañaron su canción en un par de días, lo cual, a tenor de los resultados, demuestra el muy buen estado de forma compositivo de Jarvis Cocker y los suyos en aquel momento. La canción sigue las reglas de estilo, con un poso ligeramente Bowie en el recitado de los versos, y un progresión emocionante que desemboca en el fastuoso clímax, pero como hemos dicho, quedó descartada en favor de la propuesta de Crow. Jarvis no se conformó: en una caprichosa carambola del destino, cambió la letra «D» por la «L» para que el título fuera «Tomorrow Never Lies» y ahorrarse problemas de copyright, y la canción fue finalmente publicada en 1997 como cara B de la extraordinaria «Help The Aged«. Finalmente, y ya en 2006, la edición deluxe de «This Is Hardcore» nos permitirá escuchar la demo original de «Tomorrow Never Dies (Rough mix)«, con «D», tal y como se presentó a la productora.
Aquí, la canción de Pulp tal y como (es un experimento amateur) se hubiera visto acompañando a los créditos de apertura de la película:
Aquí, la demo original de «Tomorrow Never Dies (Rough Mix)» que fue presentada a la productora
Y finalmente, «Tomorrow Never Lies«, la canción acabada tal y como se publicaría acompañando a «Help The Aged«
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