Revista Música
Después de todo lo que he leído en Internet acerca de este disco por un momento he llegado a temer que este post me venía grande…. Hasta que he caído en a cuenta de que esto es un blog de música y no de matemáticas, y además es un blog de música nada técnico y sí absolutamente emocional.
En fin ¿Qué puedo decir de “Lateralus”? Pues que en los primeros años de nuestro tercer milenio hacía ya algunos que servidor andaba muy desconectado de los sonidos más duros o metálicos, así que, un buen día en que caí en la cuenta de semejante falta, decidí que ya era hora de comenzar a reciclarme, o por lo menos de intentarlo. Para ello pensé que lo más fácil sería comenzar a tirar de listas y eso hice, y al hacerlo me encontré con tres nombres que se repetían el todas ellas en los primeros lugares. Debemos estar alrededor del año 2002 y las bandas que copaban las listas en esa época se llamaban Queens Of The Stone Age, System Of A Down y Tool (Incubus con su “Morning View” también pululaban por ahí, aunque no tan destacados). El caso es que desde el principio me sedujo el aire de misterio que parecía rodear a esa banda de nombre tan corto (lo cual, no nos engañemos, era otro gran punto a su favor…) por lo que, tras escuchar un día en la radio del coche (y disfrutar con) la dupla “Parabol”/”Parabola”, por cortesía de Carlos Pina, decidí que era con Tool con quienes debía comenzar mi proceso de reciclaje.
No sé cómo se llama el estilo que practican estos tipos, post metal, metal progresivo… Sea como sea, lo que a mí me ocurrió fue que quedé al instante (bueno quizá eso sea algo exagerado porque el disco no es corto precisamente) deslumbrado por esa música, por ese sonido a ratos furioso y a ratos pausado, por el sonido de las guitarras, por los cambios de ritmo en casi cada tema, por esa especie de pasajes similares a mantras de extraña espiritualidad que se suceden a lo largo del trabajo, por la voz de John Maynard Keenan … Y, además, me sucedía algo extraño, me fui dando cuenta de que, si bien había temas muy disfrutables por sí solos (la citada dupla “Parabol”/”Parabola” o “The Grudge”, “Schism”, “The Patient”, “Lateralus”…), tenía la sensación de que para disfrutar realmente de esas canciones había que escucharlas todas juntas (y los que tengan el disco sabrán lo difícil que es eso, pues estamos hablando de 79 minutos intensos de música). Pero así era realmente, y no me quedó más remedio robar horas a mi sueño, pasada la media noche cuando mi mujer e hijos estaban soñando, para poder gozar y apreciar esa obra magna con la debida calma. Y así lo hice durante muchas noches.
Y ahora debería venir el momento en que uno comienza a hablar de matemáticas y de la Secuencia Fibonacci, y de las espirales, y de supuestos secretos escondidos entre los cortes de este disco y hasta de la piedra filosofal. Pero no lo voy a hacer porque no tengo ni pajolera idea de matemáticas, porque tampoco me interesa, y porque en Google se puede encontrar toda la información que uno quiera sobre ese tema. Solo diré que, efectivamente, la secuencia de sílabas del tema “Lateralus” parece ser una serie Fibonacci, y que la batería en algún tema también parece seguir la misma pauta (o eso dicen…), y que existen, también según la teoría de las espirales Fibonacci, una serie de órdenes alternativos para escuchar los cortes de este disco, siendo el más aceptado -y también el más acertado (dicho esto como oyente)- el llamado “The Holy Gift” descubierto por un desconocido, fanático y dedicado fan de la banda, según el cual el orden correcto para escuchar los 13 temas del disco es el siguiente: 6,7,5,8,4,9,13,1,12,2,11,3,10, cuya representación se supone que son dos espilares Fibonacci divergentes de un mismo centro (tampoco me he molestado en averiguar si eso es cierto, digamos que me lo creo…).
Lo que sí importa es cómo se oye, y como oyente sólo puedo decir que desde que descubrí este “regalo” en 2006 siempre escucho el disco en este orden y que, si antes ya me sonaba bien, desde entonces me suena aun mejor, y que hay canciones que parecen comenzar efectivamente donde acaba la anterior (se recomienda por ahí suprimir los pequeños intervalos entre canción y canción) y que algunos temas parecen cobrar su verdadero sentido con su nueva ubicación (siendo el caso más flagrante el del extraño “Faaip The Oiad” -se supone que es una conversación telefónica real con un supuesto trabajador del Area 51-, que antes, situado en el último lugar del disco, era un serio candidato a quedar fuera de cualquier escucha), y que el disco, escuchado en este orden parece fluir naturalmente de principio a fin como una sola gigantesca canción, y que parece incluso un poco más duro que escuchado en el orden original.
Pero al fin y al cabo, de lo que va todo esto es de música y de canciones y todo lo demás no son más que añadidos. Y en ese aspecto debería bastar con decir que “Lateralus” de Tool, escuchado en el orden que nos dé la gana, es una gozada de principio a fin…. Quizá lo difícil sea encontrar el lugar y momento adecuados para escucharlo.
Un momento….Y si es tan sencillo ¿Porqué me he enrollado tanto? Mejor escuchemos “Parabol”/”Parabola”