Revista Opinión

Tópicos

Publicado el 05 noviembre 2018 por Jcromero

Resulta una simpleza calificar a todo un pueblo o colectivo con un brochazo dialéctico, sin matiz ni asomo de observación propia. Aburre la reiteración de frases hechas y lugares comunes que solo proyectan una visión engañosa sobre un determinado grupo social o sobre los habitantes de un territorio. Este tipo de tópicos tienen la virtud de situarse cerca de la realidad individual y de la mentira colectiva. Cuando no se tiene nada interesante que aportar, en vez de callar, se tira de estas sentencias para continuar instalados en la mediocridad.

La generalización es un recurso muy extendido que constituye una especie de asidero al que agarrarse para etiquetar a colectivos o personas según su lugar de nacimiento, raza, sexo, religión, trabajo o ideología. De alguna manera, todo tópico cumple cierta función de control al clasificar, simplificar y cosificar a las personas de manera individual o agrupada. Por otra parte, hay mucha simpleza en quien los usa para ofender o menospreciar. Es el caso, por ejemplo, de Andalucía, de la idea que de los andaluces se repite una y mil veces, en ocasiones de manera inconsciente, sin pensar si se corresponde con la realidad. Lo mismo sucede con los catalanes y gallegos; con los habitantes de cualquier territorio.

El origen de esta visión simplista y deformadora de los andaluces dicen que se encuentra en los viajeros que visitaron Andalucía en el siglo XIX y que trasladaron la imagen de una sociedad atrasada; de ociosos y bandoleros, de tabernas y juergas. A partir de entonces los andaluces fueron observados de manera tan equívoca como ya lo habían sido los españoles a cuentas de la conquista de América o del integrismo católico de la iglesia española con su Inquisición.

En todo caso cabe resaltar que esta imagen distorsionada no sólo la proyectaron decimonónicos viajeros y escritores románticos procedentes de Inglaterra, Alemania o Francia. Probablemente la incidencia fue superior cuando escritores andaluces como los hermanos Álvarez Quintero contribuyeron en la construcción y difusión de una imagen superficial de lo andaluz. Ortega y Gasset también ayudó en la consolidación de los viejos clichés difundiendo la imagen de una sociedad festiva y holgazana. El filósofo madrileño teorizó sobre el ideal vegetativo andaluz: "La famosa holgazanería andaluza es precisamente la fórmula de su cultura", entendiendo por cultura la manera de afrontar la vida.

No creo errar demasiado si escribo que el tópico es el recurso de los perezosos. Su uso supone una excusa para no documentarse, ni observar con perspicacia la realidad. El tópico, que es una trivialidad comúnmente aceptada, supone una especie de salvoconducto para no tener que argumentar determinadas afirmaciones.

Vivimos en una época donde se democratiza el conocimiento, donde se generaliza el acceso a la información. Y sin embargo, se mantienen vigentes innumerables estereotipos que se aceptan sin cuestionarlos. ¿De verdad se puede decir de los andaluces que somos un pueblo subsidiado, inculto y vago? En la antigüedad eran pocos los que sabían leer, los que tenían acceso a la información; hoy cualquiera abre un blog, escribe en un periódico o llega a ocupar puestos importantes, pero lamentablemente el riesgo de caer en los tópicos no decae y no parece entusiasmar la intención de comprobar las afirmaciones, ni pensar por cuenta propia.

Tan manidos como falsos resultan que mejor nos iría si los cambiáramos por el razonar sin soflamas ni ofensas. Pero pensar supone el esfuerzo de darle vueltas a lo evidente, indagar sobre las dudas y cuestionar las certezas. Precisamente por ello, para evitar la tarea de pensar hay quienes los usan con bastante ligereza, sin percatarse que repiten las majaderías que otros soltaron despreciando así la mayor de las capacidades que tiene el ser humano; esa que nos identifica y diferencia, que nos permite adoptar una actitud propia y que podemos usar de manera beligerante contra todo aquello que tratan de imponernos y contra todos los que pretenden someternos.


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