Antes de llegar a abrir la puerta de la cabaña observé desde lejos que la misma ya estaba ocupada con anterioridad; en el farol que estaba arriba del marco de la puerta había un nido de Torcaza ocupado con dos pichones.
Los padres llegaban al nido ignorándonos, a pesar de que estábamos a menos de un metro de distancia; eso si no vayan a pedirme fotos mientras alimentaban a sus pichones porque no los molesté para nada con la cámara para no alterar dicho momento importante de la crianza.
Uno de los padres fotografiado a través de la ventana de una de las habitaciones.