Taurinos sonriendo. Peligro.
Plaza de toros de Valencia. Feria de Fallas. Quinta de abono. Menos de media plaza. Toros de FuenteYmbro para César Jiménez, Matías Tejela y Luís Bolívar.
Se lidiaron toritos de Fuentefundas, mal presentados, anovillados, sospechosos de pitones algunos, desiguales y feos en general. Alguno además regordío, como si lo hubiera pintado Botero, que tan de moda lo ha puesto Castella ahora. El primero, bueno. Los demás, tirando a mansitos se dejaron desflorar sin poner ningun impedimento.
Como bien expone José Ramón Márquez en Salmonetes, ver los toros por la televisión es algo que tiene que ver poco con nuestra afición, pero lamentablemente para muchos es la única alternativa. Lo de hoy ha sido de traca, sales de la fábrica o la oficina a las cuatro, rezando para que a Caballero se le haya pegado la ronquera de Chenel y no oirlo más por los siglos de los siglos, y cuando enchufas la caja tonta (nunca mejor dicho) te encuentras ahí, a pelo, sin vaselina ni nada, una faena de Caballero de hace no sé cuantos años a un animalito desmochado. Encima, te lo meten en el espacio que dedican otros días al Viti, Belmonte o Nicanor Villalta. En ese mismo momento saltaron por los aires, humeantes, todas las maquinitas, que existen pero nunca ha visto nadie, medidoras de audiencias. Manolito, el de Albacete, lo había conseguido. Ya es más mediático que el sarasa de Telecinco.
Pero lo que de verdad me aflige, es ver a otros, veinteañeros y sin cortijo, que no valen ni para mediáticos, que ya es decir. Los tres de hoy, por ejemplo, y bien que lo siento por Bolívar, que se ha perdido por el camino. Que tres toreros jóvenes, asentados en un escalón secundario de reconocimiento y caché, con toda una carrera por labrar, no tengan cojones ni vergüenza a hacer una triste chicuelina en toda la tarde es para que no vuelvan a vestirse de luces jamás. Ni un sólo quite. Cuesta recordar cual fue la última corrida en la que no hubo ni un mal chicotazo. Con televisión y en una plaza de primera en el mes de marzo. Qué no harán en octubre en Montoro o Ubrique.
A estos muchachos, que toman la alternativa antes de echar los dientes de leche; que confirman en Madrid como el que se presenta a una entrevista de trabajo en el Telepizza y que poseen representantes, no apoderados, que se encargan de llenarles los bolsillos de oro al precio que sea, deberían de prohibirles torear con la barriga llena. Ni hambre, ni ilusiones, ni ná de ná. Por eso, servidor, que cada día se viene conformando con menos, se puede llegar a remover con ese tal Arévalo, dechado de ganas y de torpeza, o con ese Macías, tan valiente y embarullado a la vez. Por lo menos tienen ganas de ser toreros, no como otros.
César Jiménez es otro de esos toreros, como Aparicio y José Tomás, que atusan una pelambrera con enjundia. Si los primeros triunfaron con la de Jandilla en Castellón, y Jiménez ha tocado el cielo con la de Gallardo en Valencia, cabe la posibilidad de que haya algún tipo de enigma oculto. A torero con melenilla; orejas y rabo de los jandilla. También puede ser que el escalafón esté lleno de sansones y no nos hayamos enterado. Decimotercera puerta grande de César Jiménez, que pasará a la historia como el matador de toros que más triunfó en Valencia y que no recordó nadie.
Matías Tejela se llevó el peor lote de la tarde, cosa que tampoco lo exhonera de responsabilidades ante el aficionado. Con el capote mal, eléctrico, explosivo, no se puede torear peor a la verónica. El argumento de sus dos faenas, largas, cómo no, fue el muleteo periférico, picudo y soporífero. Los taurinos, a los que tanto les gusta cambiar y afeitar reglamentos, deberían de proponer el dar los avisos unos cuantos minutos antes. Si la faena es como la de Tejela o similar, lo recomendable sería dar el primer aviso diez minutos antes de lo que está estipulado ahora.
El que se está terminando de perder definitivamente es Bolívar. ¿Dónde está aquel torero que ponían como discípulo de Rincón? ¿Es el mismo que esperaba a Rachido, de Palha, con el cartucho del pescao? Pues no, ahora tenemos una versión distinta del colombiano: quejica, amargado, atorado, sin ideas. Otro de tantos que trae sus faenas hechas de casa: a los medios, pase cambiado por la espalda, unos cuantos ¡uys!, unos cuantos enganchones y nueve de cada diez veces, bajonazo.
Y para bajonazo, la entrevista del palco del Plus, con el erudito Espeso hablando de toros sobre la faena de César Jiménez: `Los toreros rubios torean mejor´. Admirado Fernando, artífice directo de `Los Bingueros´e indirecto de `Los Fandigueros´, ¿no habrá querido usted decir: `Los toreros con melena torean mejor´?
Mañana, El Juli y Ponce se verán las caras mano a mano. Los que van a joder la tarde llevan el hierro de Zalduendo.