Revista Deportes

TOREAR es otra cosa

Por Antoniodiaz
TOREAR es otra cosa`Cargando la suerte se lleva menos al toro que abriendo el compás que se le lleva más lejos´ Paco Camino. Es fácil, sin cargar la suerte no hay mando, sin mando no hay toreo. ARJONA

Sevilla. Plaza de toros de La Maestranza. Feria de Abril. Octava de feria. Lleno. Toros del Ventorrillo para el Juli, Sebastien Castella y Perera.
Los toros de Fidel San Román, ideales para la elaboración de faenas confortables, un seguro de vida para la figura de turno. Bobalicones, pacifistas, cómplices con los que se visten de luces. Bien presentados y astifinos muchos, otros más feucos. El desorejado era chiquitito y pesaba menos que la oreja de Pedrito el Capea de Madrid. Alguno se fue sin torear, caso de ejemplares de Perera y Castella. Que compiten en rivalidad, enemistad y vulgaridad.
El Juli se ha convertido en la figura más significativa de la etapa más oscura y tenebrosa de la tauromaquia. Máximo representante del antitoreo, ése en el que el toro es lo de menos y dónde importa más las formas que el fondo. Porque el Juli esta tarde ha hecho de todo menos torear. Parar, templar, cargar y mandar son los cuatro mandamientos del toreo de muleta. Para Julián, y por ende a sus numerosas fotocopias, los preceptos son otros: cuidar, descargar, alargar y ligar. Es penoso ver como el público es capaz de jalear un natural, por muy templado que sea, con la pierna izquierda retrasada, esquivando el peligro y regateando al toro. El Messi del toreo. En su primero, bien el presidente, además de destorear, muy ligado todo eso sí, cometió una tropelía mayúscula. El julipié elevado al cubo. Como un verdugo con el condenado a la guillotina, le arrojó sin ningún pudor la muleta a la cara, encapuchando al animal, negándole, rotunda y mezquinamente, el derecho de defender su vida. Un asesinato en toda regla. Con su segundo, el de las dos orejitas, un bichejo que no llegaba a los 450 kilos, siguió con su máster en destoreo, antitoreo e infratoreo. Todo chabacano, populista, barato, rematado con una serie de circulares pueblerinos. Parecía que torezno y torero estaban metidos en una rotonda. Otro julipié, en éste no le hizo falta encaperuzar al toro, y Puerta del Principe. Si el presidente no da las dos orejas no lo encuentra luego ni Paco Lobatón. Sacó los dos trapitos blancos a la vez, cómo pidiendo perdón. Pelillos a la mar, que le diría después a Julián.
El francés, no es nada sin un toro que no transmita algo de peligro, porque cuando lo que le salen son bóvidos cuadrípedos disminuidos física y psicológicamente, se convierte en un sosainas. Le faltan muchas cosas, algunas que se suponen que con afición se aprenden, como el conocimiento de los terrenos dónde se deben torear determinados tipos de toros. A su primero por ejemplo, lo enseñó por toda la plaza: empiezo aquí, me voy allí y lo mató allá enfrente. Es un detalle por su parte presentarselo a todo el público. Un sindiós. Cuando hay que salir de la faena monocorde nos cuesta más. En su quinto, que se dejaba trajinar sin decir ni mú, estuvo pesado, aburrido, sin ideas. Terminó aburriendo al personal que ya había elegido su héroe para la tarde.
Se habla mucho de la cuesta abajo del Cid, pero por los motivos que sea. está pasando de puntillas por la cofradía del taurinismo la menopausía taurina avanzada en la que se encuentra Perera. A aquel que le valían todos los medios toros, hoy ya ni le valen los borregos. Los otros, los de verdad no lo sabemos porque no quiere verlos. Ya ni encimismo, ni ojedismo, ni la mano de Cepeda. Nada, no queda nada. Un edificio derrumbado tras la encerrona otoñal en Madrid.
Nota: Ayer, en Sevilla, se la liaron a cuatro aficionados a los que le dió por ejercer su derecho a la libertad en manera de protesta en una plaza de toros con un pañuelo verde. El motivo: eso no es de Sevilla. Aquí no se protesta ni se dan voces. Hoy, el presidente, con buen criterio, no concede la segunda oreja en el primero del Juli, y el público, ése que no grita y es de Sevilla, le lía la pajarraca con todo tipo de insultos e improperios. Cosas veredes, amigo Sancho...
PD: Que conste, que a mi me parece que tienen el mismo derecho los unos a protestar un toro que los otros al presidente. Lo que no vale es el cainismo.

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