Tres parejas deciden pasar el puente de la Inmaculada en un hotel rural de Palencia. A las 24 horas de llegar, se produce una tormenta solar en la que el mundo, tal como lo conocemos hoy, deja de funcionar. Para poder controlar a la humanidad y luchar contra el vandalismo y la devastación en un nuevo mundo sin electricidad, agua ni comunicaciones, los Estados se vuelven totalitarios.
Inmersos en este mundo futuro sin esperanza , los protagonistas de esta novela Nora y Jaime, luchan por mantener su dignidad y construir un mundo mejor para sus hijos y la futura humanidad. Una tarea que no será fácil ya que lo único que tienen para sostenerse es su amor.
Editorial: Editorial Biografias Personales (2017)
Formato: Tapa blanda / Versión Kindle
En esta ocasión, me traslado a un futuro muy presente para realizar mi reseña literaria. Cristina Gumuzio no juega a especular en su relato, sino que reflexiona acerca de lo que podría ocurrir si... Efectivamente, una tormenta solar es una gran putada, como lo son las distintas catástrofes naturales (solo hay que mirar a nuestro alrededor) y a partir de ese punto nos muestra lo que les ocurre a los miembros de tres familias de amigos que se ven sorprendidos por una inesperado apagón mientras disfrutan de un agradable retiro en la preciosa localidad palentina de Aguilar de Campoo.
La protagonista termina convirtiéndose en el alter ego de la autora, y su amor por la Farmacia nos preparará para lo que podría ser tener que recurrir a la naturaleza, la misma que nos castiga, para encontrar en ella el remedio de nuestros males.
Si bien se podría integrar Tormenta solar en la corriente de novelas catastrofistas, como lector me he sentido en un mundo bastante familiar en el que simplemente se encadenan los sucesos para justificar la huída hacia delante de una mujer fuerte enfrentada a unos sucesos para los que no está preparada.
Su marido, Jaime, se desdibuja paulatinamente y finalmente decepciona en lo que debería ser una sorpresa más que esperada. Tampoco se perfilan lo suficiente los personajes secundarios que están llamados a cumplir su papel en la trama y luego ser sometidos a lo que sea que esta les tenga preparado. Son dos aspectos que no terminan de convencerme, pero que, en cambio, me permiten plantearme preguntas que sí son interesantes, cuestiones que deberían de preocupar, y mucho, a quienes vivimos el día a día con la inercia de la rutina, sin pensar que todo puede cambiar de un día a otro.
He aprendido cómo de las plantas, por medio de su destilación y distintos procesos de preparación pueden obtenerse remedios útiles que podrían salvar vidas (y de hecho las salvan) con tan solo aplicar los conocimientos farmacéuticos que la autora posee.
Cristina está a punto de sacar al mercado su quinta novela y me he empeñado en leer las cuatro anteriores para poder traerla a estas páginas y entrevistarla (si no se enfada con un servidor antes) y estoy convencido que su trayectoria en el mundo de las letras tiene muchas letras que grabar en nuestro corazón. De hecho, estoy deseando conocer su peculiar "farmachip", el cual estoy seguro que no me decepcionará. Pero vayamos paso a paso.
Háganse con un ejemplar de Tormenta solar y jueguen conmigo a imaginar situaciones, a anticiparse a los movimientos de la protagonista y tengan cuidado si con esto de las subidas del precio de la electricidad asisten a un apagón. Sin luz y sin comunicaciones dejamos de ser lo que somos y nos convertimos en... Ustedes sabrán...
Eso sí, mientras exista el amor, habrá una tabla a la que aferrarse.
Por cierto, es una novela en la que el talento se da a valer, que no es poco. Visto lo visto, se trata de argumentos suficientes como para ponerse a leer. Recuerden: la esperanza es lo último que se pierde, pero si se pierde...
Reseñado por Francisco Javier Torres Gómez
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