Pedro de Lorenzo. "Borrador para una vida del Tajo" (1968)
Revista España
Se cierran los horizontes. Las curvas, antes suaves, erizan sus aristas. Precipitante, la tierra se arremolina en la tormenta de rocas de este insigne torno geológico, habitado: Toledo capital. A sus puertas, el Tajo enloquece; gira en busca del sur, entre la escarpa del caserío y un nudo de rocas; se torna más profundo; torrente vivo en lucha por abrirse paso hacia las planicies, todavía lejanas, de Portugal. Hay un alrededor de olivos en la garganta, casi isla, de Toledo; verdes franjas gayan el campo rojizo áspero, cerrero; pintan en el caos la alquería y la ermita. Ceñida de ciudad, vendrán ahora los espesos ribazos de la Vega: tierra baja, de huertas y frutales.