Hace algunas semanas, María Prado Díaz del blog Mis pequeñas delicias (tómense un ratito de tiempo para visitarlo, por favor) me invitó a participar de su Reto Cocinando por el mundo que consiste en viajar por el mundo a partir de las recetas típicas de cada país. Como viajar y cocinar son dos de mis (tantas) pasiones, la idea me entusiasmó apenas la conocí. Sin embargo, como estoy complicada con asuntos familiares no quería comprometerme a realizar algo que después no podría llevar adelante... Pero, aquí estoy - por eso de que las pasiones tiran - presentándoles mi receta para el reto de marzo que está dedicado a la cocina alemana. De modo que, con pasaporte en mano y receta de la tía Hilda (quienes me siguen hace algún tiempo, ya saben que es mi tía alemana) me preparo para presentarles la primera receta de cocina alemana que me enseñó ella.
Desde pequeña he comido esta torta en casa de mis tíos y de mis abuelos postizos del campo (aunque no eran alemanes, mi abuela Elina cocinaba muchas recetas de pastelería alemana, austríaca, húngara y suiza cada vez que los visitaba. Sí, lo sé. He tenido una infancia muy triste, ¿verdad?... Jajaja). Por esa razón, apenas empecé a cocinar, pedí la receta para preparar esta torta de textura arenosa, sabor dulce delicado, y con una cubierta algo crocante y granulada.Aquí dejo los ingredientes para que empiecen a tomar nota. Con el correr de los años, le he realizado una pequeña modificación a la versión original porque no puedo con mi genio y porque, así, me parece algo más liviana. Eso sí: pastelería alemana y dieta hipocalórica no son términos compatibles. Avisados están...
"Streuselkuchen", tal es el nombre de esta torta en alemán, significa algo así como "Torta espolvoreada" porque el streusel - al igual que el crumble inglés - es la cobertura arenada compuesta por manteca fría, harina y azúcar que se utiliza para cubrir pasteles frutales, tortas y muffins o magdalenas.Comenzamos con la preparación que no tiene mayores complicaciones, ya verán.En un bol, con batidor de alambre, batí enérgicamente 100 gramos de manteca derretida junto con 1/3 de taza de azúcar (unos 65 gramos). Luego, incorporá 1 huevo (de campo o pastoril) y continuá batiendo hasta lograr una crema suave.
Aparte, tamizá 1 taza de harina leudante (la que contiene agentes de leudado o fermentación incorporados) - que equivale a unos 120 gramos de este ingrediente - junto con 1 taza de harina integral fina, una pizca de sal y 3 cucharaditas de polvo para hornear.
Poco a poco, intercalando con 8 a 10 cucharadas de leche (en mi caso, descremada; la cantidad de leche dependerá de la absorción de las harinas), incorporá los ingredientes secos a la mezcla de azúcar, manteca y huevo.
Integrá muy bien hasta obtener una crema homogénea y algo densa. Volcala sobre un molde enmantecado y enharinado.
Llegó el momento de preparar el streusel o arenado para cubrir la torta. No lo realices con anticipación para que la manteca no pierda el frío.
En un bol, mezclá 1/3 de taza de azúcar (unos 65 gramos) con 1 cucharadita de canela en polvo y 1 taza de harina leudante (unos 120 gramos). Luego, agregá 80 gramos de manteca fría.
Con un cornet de panadería (o un tenedor) integrá todos los ingredientes hasta lograr un arenado algo grueso. Entonces, y sólo entonces (para no trasmitirle antes el calor de nuestras manos a la manteca), restregá la mezcla obtenida entre tus manos para lograr un arenado más pequeño y uniforme.
Cubrí la superficie de la torta con el streusel y llevá a cocinar en un horno precalentado a 200° C por unos 30 minutos o hasta que la cubierta se encuentre dorada y la masa resista la prueba del palillo.
Dejá que enfríe y cortá la torta en cuadrados o rectángulos, según tu gusto.
Como ya advertí, la torta no es muy light por naturaleza; sin embargo, al prepararla con harina integral fina se vuelve algo menos pesada (además, pueden ver en las fotografías que la masa queda bien aireada gracias al batido).
Elina, mi abuela postiza de quien les hablé al principio de este post, preparaba una variante de esta torta que también es muy rica y, por eso, me parece oportuno transmitírselas: Una vez que vuelcan la mezcla de masa en el molde elegido, pueden incorporar por encima una capa abundante de mermelada de ciruelas, finalizando la torta con el tradicional streusel. Les garantizo que esta inclusión aporta mucho sabor a la torta. Si pueden, pruébenla porque no quedarán decepcionados en absoluto.
En fin, creo que esta torta es una excusa perfecta para animarse a probar los sabores de la pastelería alemana sin muchas complicaciones. Sé muy bien que es una preparación muy divertida para realizar con los más chicos de la casa o con los adolescentes entusiasmados por la cocina, porque no presenta mayores inconvenientes y los resultados son siempre buenos.
Espero les guste mi propuesta y la realicen para viajar en sabores y perfumes hasta Alemania, de la mano de una de sus tortas típicas.
Antes de despedirme, les recuerdo que hoy es el Día Mundial sin Carne. Una iniciativa propuesta desde 1985 por distintas asociaciones vegetarianas. ¿El propósito? Reflexionar sobre el maltrato animal que involucra a la industria de la carne y el daño al medio ambiente. Además, considerar los beneficios para la salud de una dieta basada en frutas, verduras y cereales.
En este blog somos partícipes y entusiastas de esta inicitiva todo el año. Por ello, en especial hoy, les dejo algunas opciones exquisitas para tener un Día sin Carne:
Hamburguesas de lentejas y mijo con papines (o papas) a la crema de queso y verdeo.
Vegetales salteados al wok.
Paté de morrón.
Lasaña de vegetales.
Rumbledethumps.
Paté de tomates secos.
Budín de zucchinis y ricota.
Tortilla de harina de garbanzos y vegetales.
Ñoquis de calabaza con salsa de brócoli.
Paté de hongos Portobello.
Quiche (sin masa) de brócoli, choclo y queso Brie.
Zucchinis rellenos.
Hamburguesas vegetarianas de garbanzos.
Ahora sí... Gracias por acompañarme otra semana. Hasta la próxima receta. ¡Experimenten en la cocine y disfruten de la vida!