He tenido la suerte de poder pasar unos días en Roma y, he de confesar, que aun a sabiendas de la grandeza de la figura de Totti, me ha sorprendido la devoción que despierta en esa ciudad. Imposible caminar por una calle de la ciudad sin ver una camiseta suya, o una bufanda, una taza, un muñeco con su efigie... Sigue superando de largo en popularidad a los jugadores que actualmente están en activo, ni Nainggolan, ni Dzeko, ni siquiera el actual capitán, otro fiel romano y romanista de toda la vida como es Daniele De Rossi. C'è solo un capitano (solo hay un capitán), Francesco Totti.
Il capitano entró a formar parte de la cantera de la AS Roma con 12 años y ha abandonado el terreno de juego (que no el club, ya que sigue trabajando en los despachos) con los 40 ya cumplidos. Para entender la dimensión de su mito, cabe pensar hasta qué punto ha dejado pasar oportunidades de irse a otros equipos, incluso más grandes que la Roma, para quedarse en su casa. Desde niño, cuando rechazó al Milan; a la cúspide de su carrera, cuando se comentó que el Real Madrid estuvo detrás de su fichaje. Para él, la ciudad de Roma y el club que lleva su nombre, fueron su vida, su sangre y su ADN.
Tal vez pudo haber ganado más, en sus 24 temporadas en la Roma solo logró un Scudetto, dos Copas de Italia y dos Supercopas de su país, escaso bagaje para este one club man, que renunció a la gloria de los grandes títulos europeos o a poder haber llegado a un mayor público con su fútbol de seda, con su clase de trequartista típico italiano. Pero él prefirió su ciudad y su club. Eligió ser feliz.
Por medio, más de 300 goles con la maglia giallorosa, un Mundial con su selección y una figura que fue agrandando con la experiencia. Totti, que debutó con 16 años y se hizo fijo en el equipo con solo 18, acumuló fama de introvertido, algo paleto o palurdo, un chico muy de barrio romano. Esto degeneró en que se empezarán a contar chistes de Totti, al estilo de los chistes de Lepe o (los que superen los 40 tal vez los recuerden) los que se contaban del exministro español Fernando Morán. Alguien le dio la idea de recopilarlos y publicar un libro en 2002 con fines benéficos, y fue un tremendo éxito en toda Italia. No solo consiguió recaudar una importante cantidad de dinero para UNICEF, también le hizo mejorar su imagen, convertirse en un chico noble con una gran corazón lleno de pasión por su ciudad y su club.
En su despedida, el fútbol lloró. Reconoció sentir miedo al futuro, y pidió a esa afición entregada que le ayudara. Totti lloraba, el Olímpico de Roma lloraba, El Coliseo, el Monumento a Víctor Manuel II o la Fontana di Trevi lloraban. Un mar de camisetas giallorossi acompañaba a Il Capitano con mayúsculas el día de su despedida ante el Genoa, a sabiendas de que él nunca más la vestiría, toda una ciudad decidió que siempre hubiera una camiseta de Totti en cada esquina. Sus lágrimas y su miedo denotaban lo que se suponía, que la retirada llegaba algo tarde desde el punto de vista meramente futbolístico. Hacía años que su juego ya no era el mismo, que su nivel distaba mucho del que se espera para una estrella de la Serie A, pero es que él no quería dejar al equipo, ni el equipo quería dejarle a él. Daba lo mismo, la Roma en él no tenía ya un jugador, sino un capitán, un emblema que no se puede dejar abandonado.
Cuando se apagaron las luces del Olímpico el pasado 28 de Mayo y las lágrimas de los más 70.000 aficionados, de sus compañeros y del propio Totti se secaron, quedó la leyenda. Un mito que recibió mensajes de despedida hasta de gradas rivales, como la del Milan o, sobre todo, del contrario local, la Lazio, "los enemigos de una vida te saludan", rezaba la muestra de respeto de una afición con la que Totti tuvo fuertes enfrentamientos. Ahora ese mito vive en las calles de la città eterna, como el recuerdo de los grandes emperadores que nunca se borrará. Totti, è più che un capitano (es más que un capitán).
AS RomaFrancesco Totti