Anish Kapoor, Portrait of light picure of space, 1993. Foto: Manfredi Bellati via Contessanally
El arte entendido en su forma más suprema de expresión, no de lo concreto y contingente de este mundo, sino de su naturaleza cósmica e infinita, no entiende de límites cronológicos y es por eso que en la exposición se mezclan obras de distintos períodos históricos: torsos de Budhas, arte primitivo pintura zen, acompañan a una extensa selección de arte contemporáneo. En cierto sentido es coherente que el espacio que alberga esta propuesta sea el Palazzo Fortuny, puesto que existe una clara relación entre la naturaleza híbrida y experimental de Mariano Fortuny y Madrazo y el planteamiento que el galerista, interiorista y coleccionista Axel Vervoodt ha ideado con el apoyo curatorial de Rosa Martínez y Francesco Poli.
Vista parcial de la exposición Foto: © Vervoordt Foundation
Vista parcial de la exposición Foto: © Vervoordt Foundation
El resultado es ecléctico, rozando el pastiche en algunos momentos. Tal vez lo que le resta seriedad a la intención de la exposición es el exceso de obra expuesta que sobrepasa la capacidad de asimilación del público, especialmente en la enorme y bellísima sala del estudio de Fortuny decorada con los tapices y lámparas que hicieron famoso al artista. El espectador se convierte en una especie de arqueólogo en busca de la obra perdida, tratando de reconocer (no hay cartelas) las obras seleccionadas por el comisario y no por Fortuny. Hay un Rothko aunque más bien lo parece, Fontana, Mathew Barney y Gordon Matta-Clark al lado de su padre y de los vestidos de Fortuny; Duchamp, Manzoni y Richard Long en una vitrina junto con cerámicas árabes y esculturas africanas, reconozco que esto última tenía gracia debido a la descontextualización de la obra.
Vista de la exposición con obras de Jannis Kounellis, Marisa Merz, Antony Gormley y Jesús Rafael Soto. Foto: © Vervoordt Foundation
Günther Uecker, Schwebend Schweben, 1995-2011. Foto: Camilayelarte
Si bien en general, más que sentir el traspaso a otra dimensión lo que se siente es un empacho, cabe reconocer que el impresionante espacio arquitectónico que es el Palazzo Fortuny, en especial los dos últimos pisos de paredes desnudas e increíble luz, consiguen hacer vislumbrar esa naturaleza TRA del arte. Me quedo con la puerta tapiada de Jannis Kounellis, el Jesús Rafael Soto y la habitación de Antony Gormley. La buhardilla de inmensas e histórica vigas acoge la instalación de Günther Uecker, las cerámicas africanas de Miquel Barceló y un sugerente laberinto de madera que nos adentra en el vacío ZEN del arte.Tra-Edge of Becoming, Kimsooja y Alighiero Boetti, Palazzo Fortuny 2011. Foto: © Vervoordt Foundation
Osamu Kokufu y Mario Nigro, Palazzo Fortuny 2011. Foto: Camilayelarte
Miquel Barceló, Dry wall, 2009. Foto: Camilayelarte
TRA-Edge of becoming es una oportunidad para ver buenas obras aprisionadas por la voluntad excesiva de trascendencia, con mucho menos se hubiese conseguido mucho más. El gran protagonista de la exposición acaba siendo el espacio, no tanto por su presencia conceptual en las obras expuestas sino por su naturaleza física y palpable, un imponente escenario para tal exhibición de politeísmo visual.