Revista Arte

TRA-Edge of becoming, un viaje con exceso de equipaje

Por Camilayelarte @camilayelarte
TRA en italiano significa entre. Entre  Oriente y Occidente ha transcurrido su historia la ciudad de Venecia. TRA - Edge of becoming en el Museo Fortuny es una exposición que pretende insinuarnos el camino hacia el traspaso de una puerta del conocimiento a otra, una invitación al peregrinaje artístico para alcanzar la transformación del espíritu, un viaje dividido en cuatro niveles que no tiene una meta concreta sino transmitir distintas posibilidades de conocimiento del ser y el devenir a través del arte.

TRA-Edge of becoming, un viaje con exceso de equipaje

Anish Kapoor,  Portrait of light picure of space, 1993. Foto: Manfredi Bellati via Contessanally


El arte entendido en su forma más suprema de expresión, no de lo concreto y contingente de este mundo, sino de su naturaleza cósmica e infinita, no entiende de límites cronológicos y es por eso que en la exposición se mezclan obras de distintos períodos históricos: torsos de Budhas, arte primitivo  pintura zen, acompañan a una extensa selección de arte contemporáneo. En cierto sentido es coherente que el espacio que alberga esta propuesta sea el Palazzo Fortuny, puesto que existe una clara relación entre la naturaleza híbrida y experimental de Mariano Fortuny y Madrazo y el planteamiento que el galerista, interiorista y coleccionista Axel Vervoodt ha ideado con el apoyo curatorial de Rosa Martínez y Francesco Poli.

TRA-Edge of becoming, un viaje con exceso de equipaje

Vista parcial de la exposición Foto:  © Vervoordt Foundation


TRA-Edge of becoming, un viaje con exceso de equipaje

Vista parcial de la exposición  Foto: © Vervoordt Foundation


El resultado es ecléctico, rozando el pastiche en algunos momentos. Tal vez lo que le resta seriedad a la intención de la exposición es el exceso de obra expuesta  que sobrepasa la capacidad de asimilación del público, especialmente en la enorme y bellísima sala del estudio de Fortuny decorada con los tapices y lámparas que hicieron famoso al artista. El espectador se convierte en una especie de arqueólogo en busca de la obra perdida, tratando de reconocer (no hay cartelas) las obras seleccionadas por el comisario y no por Fortuny. Hay un Rothko aunque más bien lo parece, Fontana, Mathew Barney y Gordon Matta-Clark al lado de su padre y de los vestidos de Fortuny; Duchamp, Manzoni y Richard Long en una vitrina junto con cerámicas árabes y esculturas africanas, reconozco que esto última tenía gracia debido a la descontextualización de la obra.

TRA-Edge of becoming, un viaje con exceso de equipaje

Vista de la exposición con obras de Jannis Kounellis, Marisa Merz, Antony Gormley y Jesús Rafael Soto. Foto: © Vervoordt Foundation

TRA-Edge of becoming, un viaje con exceso de equipaje

Günther Uecker, Schwebend Schweben, 1995-2011. Foto: Camilayelarte

Si bien en general, más que sentir el traspaso a otra dimensión lo que se siente es un empacho, cabe reconocer que el impresionante espacio arquitectónico que es el Palazzo Fortuny, en especial los dos últimos pisos de paredes desnudas e increíble luz, consiguen hacer vislumbrar esa naturaleza TRA del arte. Me quedo con la puerta tapiada de Jannis Kounellis, el Jesús Rafael Soto y la habitación de Antony Gormley. La buhardilla de inmensas e histórica vigas acoge la instalación de Günther Uecker, las cerámicas africanas de Miquel Barceló y un sugerente laberinto de madera que nos adentra en el vacío ZEN del arte.

TRA-Edge of becoming, un viaje con exceso de equipaje

Tra-Edge of Becoming, Kimsooja y Alighiero Boetti, Palazzo Fortuny 2011. Foto: © Vervoordt Foundation


TRA-Edge of becoming, un viaje con exceso de equipaje

Osamu Kokufu y Mario Nigro, Palazzo Fortuny 2011.  Foto: Camilayelarte

TRA-Edge of becoming, un viaje con exceso de equipaje

Miquel Barceló, Dry wall, 2009. Foto: Camilayelarte

TRA-Edge of becoming es una oportunidad para ver buenas obras aprisionadas por la voluntad excesiva de trascendencia, con mucho menos se hubiese conseguido mucho más. El gran protagonista de la exposición acaba siendo el espacio, no tanto por su presencia conceptual en las obras expuestas sino por su naturaleza física y palpable, un imponente escenario para tal exhibición de politeísmo visual.

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